El río que nos lleva y nos une
Describir México es aquí tarea imposible, no caben sus excesos, sus múltiples necesidades y conflictos, cultura tan rica y multicolor, gente tan acogedora, y mundo tan apasionado y violento. Valgan algunos términos de un recorrido escueto.
Aeropuerto. "El mayor dolor es la llamada del secuestrador de tu hija". Se lee en un cartel nada más salir. Ya nos hacemos una idea. Atasco. Una costumbre. Hora y media para ir y volver a cualquier sitio. Circulación de coches con matrículas alternas. Tamara Chávez. 16 años, eligió una escuela secundaria en la otra punta del lugar donde reside. Tan cara que ni comer puede en la cantina. Tres horas para soñar, leer y dormir tiene al día. Así, miles de ciudadanos. "Viajo tanto en metro que tengo training especial para dormir en cualquier postura, hasta de pie". Esta adolescente siempre vestida de oscuro es tozuda, seria, concienciada, multiactiva, con una seguridad, un discurso y una habilidad para expresarlo que ya quisiéramos muchos. Sabe lo que quiere y lo hace. Su lema: "Aprende a pensar antes de hablar". Vive en el altillo, como un palomar, de un edificio; una casa sin rematar: sala con cocina americana y dos habitaciones, para el matrimonio (su padre es ingeniero civil) y las tres hijas. Su madre dice: "Es linda mi hija". Constructores de Paz. "Los unos por los otros". Hay más solidaridad entre jóvenes de lo que se piensa. Y abunda un concepto en auge, algo así como "pandilleros no activos en violencia, desatascadores de ella". O mejor, constructores de paz. "Consiste en tener valores culturales, reciprocidad, hermandad ", dice Carlos Alberto Cruz, director de la ONG Cauce Ciudadano, con sede en la Colonia 7 de Noviembre, que sabe mucho de calle, chicos, drogas Pandillas. "Tienen más poder en los barrios que las mismas autoridades". Objetivo: enseñar a los jóvenes a construir su propia realidad. Ahí es donde entran Tamara y cientos de chavos. Se esfuerzan por hacer atractiva una cultura no violenta entre los más expuestos. Sicarios. Se calcula que unos 45.000 son menores. Y hay mucho chaval preso. Por eso, la reforma del sistema judicial juvenil ha sido preocupación de Unicef mano a mano con el Gobierno. "Si un chavo pasa mas de seis meses dentro, no hay vuelta atrás. La cárcel no reinserta. Y va a peor", sigue Cruz. Espacios. Tenerlos es tan básico como el apoyo financiero. Intentan ser rincones de solidaridad, amistad, afecto, generación de hábitos y estilos de vida saludable. Esperanza. Que los chavos desarrollen pensamiento crítico y creativo, que no se dejen arrastrar. "Un adolescente no adolece de nada, es como una obra, un ser que se está construyendo".
Artículo 15 de la Convención sobre los Derechos del Niño.
Todo niño tiene derecho a la libertad de asociación y de celebrar reuniones pacíficas sin restricciones al ejercicio de estos derechos distintas de las establecidas por la ley y que sean necesarias en una sociedad democrática en interés de la seguridad nacional y pública.
Marabunta. Yina, veinteañera de pelo rapado y discurso y vestir revolucionario, cuenta con pasión y hablar vertiginoso las tareas que realizan en este colectivo para ayudar a los que han tenido la mala suerte de nacer donde han nacido. Trabajan en un bajo oscuro y destartalado en medio de una casa de vecinos. Una docena de niños y una treintena de chavales pandilleros, drogadictos, señores de las aceras, tienen aquí algo así como una casa, dice. Son escuchados en un intento de "rellenarles los agujeros que les ha ido haciendo la vida". Hay cursos de arte, salidas al campo, escuela y consejo personal, dedicación. Hasta talleres para sobrevivir en desastres organizan, porque Yina fue voluntaria en bomberos. Nahuí, de nueve años, lo demuestra con desparpajo: "¿Qué hay que hacer si tu casa se quema?", pregunta. "Pecho-tierra", contesta ella mientras se arrastra. Agentes de cambio social. Entre pares. Ése es el objetivo. Miguel Barrera, jefe de Marabunta, llega blanco de yeso porque andan construyendo otro centro en La Roca: "Es necesario. ¿Mucha violencia, dices? Sólo tienes que mirar", se ríe. Y sí, miramos Norte de miseria. Asesinatos, robos, secuestros, desgracias New Divine. Una discoteca. Año 2008. Adolescentes celebrando una fiesta, la policía que no se fía, que cree andan bebiendo alcohol Un aviso inoportuno, exceso de celo y cientos de chicos despavoridos que se aplastan. Nueve mueren; entre ellos, una compañera de Tamara en Cauce. Preadolescentes. Escuela Secundaria Técnica número 44 General Francisco Villa, con buenas instalaciones y un proceso duro de selección, en una de las demarcaciones más marginadas, Iztacalco. Allí estudia Karina Méndez, de 12 años, la menor de dos hermanos después de Isak, líder futbolero; padre jefe de almacén; madre dulcera que sufre el desasosiego de su pubertad y le habla de sexo pues "ya tontea con chicos". Karina está empezando a ser activa, participó en el proyecto Crea tu Espacio, organizado por autoridades educativas del DF, Seraj y otros. En la Brigada de Mejoramiento Escolar montó torneos. Ella era de natural tímida, tendente a la indiferencia, poco dada a la expresión pública. Después de la experiencia "se abrió", dice. Sus profesores, el ingeniero Víctor Hugo, Rosalinda y Pablo, opinan que se socializó, ideó y lideró con soltura. Su compañero de tarea, David García, optó por el grafiti en el proyecto e impulsó un concurso bajo el lema: "Cero pintas fuera del mural". Y ya que lo de los murales en México no es cualquier cosa, su autoestima creció.
Menores
Más de un tercio de los habitantes del planeta tienen menos de 18 años. México. En este país, el porcentaje de menores asciende al 44%; de ellos, unos cuatro millones forman parte de la fuerza laboral del país. Unos 24 millones de mexicanos (en total son más de 105 millones; de ellos, un 76% es población urbana) viven en la pobreza extrema. El 65% de los jóvenes accede a la educación secundaria. Esperanza media de vida: 76 años.
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