Hipocresía insostenible

Está de moda la sostenibilidad. Y a ella se apuntan diligentemente políticos y empresarios de todo el mundo. Una iniciativa digna de encomio, si ésta no fuera, las más de las veces, hipócrita y demagógica. Y es que ya estamos escarmentados. El truco consiste en aparentar que se hace algo y, después, hacer poco o nada.

Por una parte están las grandes corporaciones empresariales que, mediante pequeños gestos, se visten de verde ante la opinión pública para después seguir haciendo prácticamente lo mismo, pero ya legitimados por una sensibilidad ecológica bien vendida a la sociedad. Por otra, ahí tenemos a los políticos saltando de cumbre en cumbre para firmar protocolos y acuerdos que se confunden por el número y se pierden en la lejanía de los plazos, conscientes de que nunca se van cumplir. Mientras, el planeta se asfixia, se agota y se llena de inmundicia por causa de nuestro sagrado modelo de crecimiento.

Vivimos tiempos en los que prevalece la rentabilidad inmediata sobre la planificación sensata y prudente del futuro. Pero también de lo socialmente correcto; y ningún político o empresario, que se precie, está dispuesto a desperdiciar votos o negocios contradiciendo las aspiraciones ecologistas de una ciudadanía, también hipócrita, que anhela un desarrollo sostenible sin asumir ningún compromiso ni renuncia.