Gas, cal viva y tierra contra el virus H7
El brote detectado en Guadalajara no afecta a otras granjas de la zona
"Dicen que es algo de la gripe aviar, no sé. Vamos a llevar gallinas muertas". Dos jóvenes con ropa cómoda y botas altas charlan a la puerta de la granja Segura, en Almoguera (Guadalajara). Por la zona se ha corrido la voz de que esta explotación avícola busca trabajadores y los dos chicos se han presentado. Hay unas cien personas más. Muchos no saben a lo que van. Algunos ríen cuando descubren que deben ponerse un traje de protección contra riesgos biológicos y mascarilla para evitar el contacto con residuos de la granja. "Mira, nos vamos a vestir de CSI", bromea un chico. Hace unos días se detectó un brote del virus aviar H7 en la finca. Unas 2.000 gallinas fueron halladas muertas. Ahora, el resto de aves deben ser sacrificadas por precaución. En total 320.000 gallinas.
Ayer terminaron con más de 30.000, pero el proceso llevará como mínimo dos días más. Aún no se sabe el apellido del virus H7, la N. Falta determinar si es, por ejemplo, el H7N7, que provocó un raro brote en 2003 en Holanda con 83 humanos infectados y un fallecido. De momento, nunca se ha detectado un contagio de humano a humano por ese virus, pero aún así Ioan Mihail ha decidido no entrar. "No me fío", asegura este rumano de 50 años. "Con todas las gripes que hay últimamente mejor me quedo", dice mientras mira desconfiado la desinfección de un coche de la Guardia Civil que entra a la granja.
Ninguna otra explotación avícola cercana está afectada por este virus aviar del que todavía se desconoce el foco. Para la granja que sí lo está va a ser un hachazo económico. "La comunidad cubre los gastos de sacrificio y enterramiento de los animales, pero una vez que se sacrifique a todas las gallinas, la explotación no podrá volver a producir en un periodo de entre cuatro y seis meses. Trabajará con aves centinela que serán analizadas periódicamente para ver si todo está bien", dice Sergio Cabello, delegado de Agricultura de Castilla La-Mancha.
En la granja Segura dos tractores excavan grandes zanjas. Allí, en cal viva, un camión rojo deposita las gallinas, sacrificadas en grandes contenedores mediante gas carbónico. Los huevos, el pienso, la tierra y el mantillo de la explotación también se enterrarán.
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