El Nobel premia a los sin voz
Las habitaciones berlinesas del Gremio de Libreros Alemanes se quedaron pequeñas para la marabunta de reporteros y cámaras que esperaban ayer a Herta Müller, flamante premio Nobel de Literatura. Había que abrir paso a esta representante de las minorías, a una disidente que sufrió la persecución de Nicolae Ceausescu durante su juventud en Rumania.