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"O nadamos todos juntos o nos ahogamos todos juntos"

Provenientes de Kenia, Malí, Malaui, Uganda y Suráfrica, cinco personas hablaron ayer de inundaciones y sequías, de cosechas abundantes sustituidas por pobreza, malnutrición y malaria. Lo hicieron en Ciudad del Cabo ante un simbólico tribunal presidido por el arzobispo emérito y premio Nobel de la Paz, Desmond Tutu, y organizado por Intermón Oxfam y la organización local Environmental Monitor Group, en su campaña Tiempo para la justicia climática. Después de pasar por 15 países, la campaña llevará estas voces a la Conferencia sobre el Cambio Climático del mes de diciembre en Copenhague.

Constance Okollet, de Uganda, tiene siete hijos y 45 años, de los que ha pasado 26 trabajando en el campo. "Antes, Uganda nutría a Congo, a Kenia, a Sudán. Ahora dependemos de la ayuda exterior", se quejó. En 2007 llegaron las inundaciones, con El Niño; a las cosechas arrasadas les siguieron las sequías y luego, una explicación: el cambio climático. "Tienen que parar las emisiones o reducirlas. Pararlas o reducirlas", repitió Okollet: "La gente muere: cinco o seis al día en mi comunidad, por enfermedades y hambre".

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Y si la agricultura se muere, también la ganadería, contó Omar Jibril, keniano de 50 años. "No hay hierba para los animales. Yo antes tenía 200 vacas y ahora me quedan 20. La gente vendió el ganado que no podía alimentar. Luego se quedó sin dinero. No puede enviar a los niños al colegio; la comida allí es insuficiente".

En medio de esa situación, quizá lo más frustrante es no ver alternativas por ninguna parte. "Las mujeres no somos fuertes como para cortar árboles solas. Sufrimos. Las más jóvenes se prostituyen, hasta para poder comprar compresas. Hay más riesgo de VIH. Tenemos mosquitos todo el año. Antes no. Más riesgo de malaria. Mueren muchos niños. Queremos los árboles en el río, que nos den árboles a las mujeres para plantar", reclamó Caroline Malema, de Malaui (46 años). "No podemos trabajar solos, tenemos que trabajar juntos y necesitamos a los políticos de nuestro lado", añadió Rachel Hesselman, surafricana de 41 años.

El arzobispo Desmond Tutu habló del cambio climático como "otra grave injusticia" sobre los países pobres e insistió en la misma idea: "Esto no es sólo ciencia, es un tema moral. A nadie le va ayudar tener un montón de millones de dólares y aire acondicionado. Se va a ahogar lo mismo. O nadamos todos juntos o nos ahogamos todos juntos".

Caroline Malema, agricultora de Malawi, ante el <i>Tribunal Climático</i>.
Caroline Malema, agricultora de Malawi, ante el Tribunal Climático.L. C

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