Discriminación
Los pasillos del festival de San Sebastián se han convertido en hervidero de rumores sobre el ya famoso desarrollo de la ley del cine. Tuvimos ración de taza y media con la elaboración de la ley misma, pero este desarrollo parece que va a completar la vajilla entera. Los directores, guionistas y productores pobres confiesan un malestar que se está extendiendo como un magma entre toda la profesión. Son pobres quienes no pueden producir películas de dos millones de euros, cifra que ahora propone el ministerio de González-Sinde como cantidad básica para que una película española reciba las ayudas necesarias sin tener que acudir "a una ventanilla diferente".
Una vez que el Gobierno ha aceptado las exigencias de las televisiones privadas valorando como películas sus productos televisivos, parecería lógico que desde Cultura se apoyaran en tiempos de crisis precisamente las películas modestas que, como las norteamericanas de Woody Allen, sorprenden en festivales y a menudo también en taquilla: Solas o Tesis, por citar ejemplos de películas baratas españolas que hicieron historia; Tres días con la familia, Retorno a Hansala o La vergüenza, por hablar de las premiadas este año en festivales... ¿Tendría que ir Woody Allen a "una ventanilla diferente" por hacer su cine barato aunque esté lleno de talento? ¿Debería duplicar su inversión para obtener más fácilmente las ayudas?
Los cineastas de películas modestas se quejan de las amenazas que se ciernen sobre ellos, y del talante con que dicen ser tratados por la oficialidad. El talante, ¿recuerdan? Por si fuera poco, les han llovido de sopetón los titulares de prensa anunciando que las películas realizadas por mujeres tendrán ayudas especiales, algo ya contenido en la ley y que está esperando su desarrollo legal, pero que dicho de forma publicitariamente simplista alarma o provoca cuchufletas. Son ya varios los cineastas varones que están considerando la posibilidad de someterse a operaciones de cambio de sexo. Es cansino oír hablar cada día de cuotas de mercado, de peticiones y protestas, de esa ley y de su desarrollo que da la impresión de venir durando desde la noche de los tiempos.
Dijo Álex de la Iglesia en la inauguración del festival de San Sebastián que como en todo mercado también en el del cine el cliente tiene razón. Y al cliente hay que seducirlo con buena imagen y muchas nueces, lo que difícilmente puede conseguirse con tantísimo ruido. ¡Uf!
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