Memorias de una víctima de la ablación del clítoris
A los cinco años la somalí Waris Dirie sufrió la ablación de su clítoris. A los 13 fue vendida en matrimonio. Logró escapar. Llegó a Londres y en una serie de carambolas de la vida acabó convertida en 1987 en supermodelo. Un buen día decidió que lo que ella había soportado no debía repetirse de nuevo en cada niña africana. Dirie dio un paso adelante y desde entonces lidera la lucha contra la mutilación del clítoris.
De eso va Desert flower, el filme que Sherry Horman presentó ayer en San Sebastián y que se basa en la autobiografía de la modelo. "El filme es mío. Dirie estuve siempre detrás, pero inventamos algunos personajes para que el espectador tuviera un guía en la pantalla", se defiende Horman, neoyorquina de 49 años criada en Alemania a la que le cayó de casualidad este proyecto. "Los productores me hicieron leer el libro, y yo de verdad no sabía casi nada de la vida de Dirie".
Horman, que firma también el guión y ha contado con las interpretaciones de Liya Kebede, Sally Hawkins y Craig Parkinson, ha tenido mucho cuidado en mostrar la mutilación al final, "y así voy poco a poco sumergiendo al público en el drama". La cineasta defiende que Desert flower no es un filme feminista: "No, es una película sobre mujeres, no importa su etnia, y sobre hombres que aman y respetan a las mujeres".
¿Y de quién es la culpa de que hoy en día cada año 45.000 mujeres sufran en todo el mundo la ablación? "De las abuelas, de una tradición de 3.000 años contra la que nos enfrentamos desde hace sólo 20 años. Y una cosa más: con o sin clítoris, siguen siendo mujeres con su belleza, su sexualidad y su inteligencia". Dirie es ahora un icono, "pero no una víctima, porque no nos podemos regodear en el dolor, sino luchar".
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