Descubiertos los genes que nos hacen únicos
Las variaciones en las neuronas definen a cada individuo
En el intrincado mundo de la genética, un nuevo trabajo ha conseguido detectar un rasgo de las neuronas humanas que puede cambiar el concepto de individualidad. Lo que se ha descubierto es que en estas células existen numerosos genes móviles o saltarines, secuencias de ADN que hacen copias de sí mismas a todo lo largo del genoma y lo remodelan continuamente. "Se trata de un mecanismo que tiene la capacidad de crear la diversidad neuronal que hace que cada persona sea única", comenta Fred Gage, una de las máximas autoridades en neurociencias, que ha dirigido el trabajo. "El cerebro tiene unos 100.000 millones de neuronas con unos 100 billones de conexiones entre ellas, y los elementos móviles de ADN pueden dar a cada una de ellas una capacidad ligeramente distinta".
El hallazgo ayudará en el estudio de enfermedades neurológicas
Hasta ahora, en células adultas humanas, sólo se conocía la actividad de estos genes móviles, denominados transposones, en el sistema inmunológico, explica el equipo del Instituto Salk (Estados Unidos), del que forma parte el español José Luis García Pérez, del Banco Andaluz de Células Madre. En el sistema inmunológico, los genes que dirigen la producción de los anticuerpos cambian de lugar para crear la variedad necesaria de éstos para defender al organismo.
Gage y su equipo ya habían verificado que los transposones están activos en neuronas de ratón. Aunque reconocen que todavía faltan experimentos para la confirmación definitiva, su descubrimiento puede ayudar a comprender mejor el desarrollo del cerebro y a avanzar en el estudio de las enfermedades neurológicas.
"Se sabe que estos elementos móviles son importantes en organismos menos complejos, como las levaduras y las plantas, pero en los mamíferos se consideran restos de nuestro pasado y, sin embargo, son muy abundantes", añade Gage. "Aproximadamente el 50% del genoma humano está compuesto de restos de elementos móviles. Si fueran ADN basura, como se suponía, ya habrían desaparecido". Los transposones, al saltar, pueden caer en un gen y anular o cambiar su función. Se cree que se activan las primeras etapas de desarrollo del embrión humano y en las bacterias son clave para la resistencia a antibióticos.
Para llegar a su descubrimiento, los científicos han comparado el genoma de las neuronas de varios individuos con el de células de su corazón e hígado, y han encontrado hasta 100 veces más copias de unas secuencias en las primeras. "Ésta es la prueba de que estos elementos saltan en las neuronas", señala Nicole Coufal, que ha trabajado junto a Gage y es primera autora del artículo que hoy publica Nature. También indica el hallazgo que no todas las células son genéticamente iguales en el organismo humano, y que los elementos móviles pueden de hecho dirigir la evolución, al crear mayor diversidad genética que la habitual.
Para Gage, es lógico que un órgano como el cerebro, que debe adaptarse durante decenas de años de vida a unas condiciones ambientales en continuo cambio, tenga un mayor nivel de complejidad. Los genes saltarines fueron descubiertos por primera vez en el maíz por Barbara McClintock, una científica estadounidense que tuvo que esperar varias décadas para que la ciencia aceptara este hallazgo. En 1983 obtuvo el Premio Nobel de Fisiología. Murió en 1992.
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