El espacio sin humo no es un capricho
No hay ninguna duda de que el humo de tabaco es un producto cancerígeno para el cual no hay un nivel seguro de exposición, es decir, cualquier cantidad es perjudicial. La contaminación en locales en los que se fuma es de promedio 10 veces mayor que la que hay en las mismas calles en las que se encuentran esos locales. El humo aumenta el riesgo de cáncer, enfermedades cardiovasculares y respiratorias. Los expuestos al humo del tabaco tienen el doble de riesgo de padecer una gripe que los no expuestos.
La actual ley no funciona de forma satisfactoria. El 30% de los españoles admite que está expuesto en alguna media al humo en su lugar de trabajo y en el 7% esa exposición es de más de 4 horas diarias. El 90% de los locales de hostelería son insanos por la presencia de humo de tabaco, lo cual repercute negativamente en la percepción ciudadana de la Ley. Su cumplimiento se ha ido deteriorando lentamente en 2007 y 2008. En Europa, 12 países con más de 220 millones de habitantes tienen normativas bastante más estrictas que la española y el nivel de cumplimiento y de satisfacción en todos ellos está por encima del 85-90%. La UE ha fijado 2012 como fecha tope para que los países permitan excepciones para fumar en los espacios públicos cerrados. No se trata de un asunto de izquierdas ni de derechas es un asunto de salud pública de primera magnitud que están apoyando en Europa gobiernos de todos los colores. En España el apoyo a los espacios sin humo en la hostelería se ha incrementado en los dos últimos años llegando a ser del 70% a restaurantes sin humo y del 60% para bares, cafeterías y ocio nocturno a finales de 2008, según encuestas del CNPT y del CIS. Esos datos ya están disponibles y no es preciso hacer nuevos análisis para que los políticos reconozcan aquello de lo que cualquier ciudadano normal es plenamente consciente.
A pesar de todo, la mayoría de comunidades han hecho pocos esfuerzos para hacer cumplir la ley y otras han desarrollado decretos que en vez de avanzar han supuesto un retroceso, invitando sutilmente a su incumplimiento lo que ha podido incrementar las desigualdades de salud. El Ministerio debe dejar sus dudas de lado y dar pasos efectivos para poner una fecha tope a partir de la cual no se permita fumar en ningún espacio público cerrado. Eso es lo que exige la salud de los trabajadores (especialmente del sector de la hostelería) y de los ciudadanos de toda condición. No hay motivo económico, sociológico ni político para no dar ese paso. En todos los países con normas estrictas se ha observado que no hay pérdidas en la hostería ni en épocas de crisis ni en épocas de bonanza. Los primeros beneficiados de una ampliación de la Ley serán los fumadores, al menos esa amplia mayoría del 70% que en su interior desean dejar de fumar. A continuación, todos los demás.
Rodrigo Córdoba García es portavoz del CNPT (Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo)
