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HOY ABRE LA NUEVA TERMINAL

Los anuncios de Zapatero

Montilla agradece las inversiones del Gobierno central en Cataluña y pide capacidad para decidir en el aeropuerto

La flor y nata de la Cataluña política y económica acudió ayer al acto inaugural de la T-1, la nueva terminal del aeropuerto de Barcelona. Eran 700 los dirigentes empresariales y políticos invitados que escucharon, por este orden, las intervenciones del arquitecto de la obra, Ricardo Bofill; el ministro de Fomento, José Blanco; el presidente de la Generalitat, José Montilla y, finalmente, el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero.

Era día de fiesta, coincidieron todos, y Zapatero acudió con un regalo: la promesa de que antes de final de año estará lista la descentralización de AENA. No fue muy preciso, salvo en la fecha y en afirmar que el resultado se hará de acuerdo con el Gobierno catalán y que se dará también entrada a la iniciativa privada.

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Antes, Montilla había hecho un parlamento conciliador. Cierto que recordó la voluntad del Gobierno catalán de participar con capacidad decisoria en la gestión del aeropuerto, pero lo dijo porque no podía dejar de decirlo. El empresariado que le arropaba era el mismo que hace unos meses celebró un acto para exigir la gestión catalana del aeropuerto. Montilla lo dejó caer y, a continuación, se deshizo en elogios al "esfuerzo inversor del Estado en Cataluña", recordando que la suma de estas inversiones asciende a 15.000 millones de euros "sin parangón antes". Además, eludió el asunto de la financiación.

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Blanco precedió a Montilla en el uso de la palabra y, además de expresar su satisfacción por lo que significaba la inauguración de "la mayor infraestructura de Cataluña en los últimos años", anunció que antes de acabar el año se habrá licitado una obra que es ahora urgente: el túnel que permita llegar en tren hasta la nueva terminal aeroportuaria. Se trata de una obra programada, pero que ha estado meses parada a la espera de informes complementarios. Se hará con tuneladora, pero ésta debe pasar justo debajo de la pista principal del aeropuerto. AENA quería garantías de que esto no supondría problemas. De hecho, la nueva terminal tiene, bajo tierra, ya hecha la caja de la estación, a falta del túnel que permita la llegada de los trenes, Cercanías, en una primera fase. A más largo plazo, también debe llegar el AVE.

Los tres políticos coincidieron en que la T-1 abre una nueva etapa en la aviación catalana y española. El Prat se convierte con ella en el "aeropuerto del sur de Europa y del Mediterráneo". De hecho, aspira a atraer usuarios de Aragón, Comunidad Valenciana y sur de Francia, en parte gracias a disponer de la conexión de alta velocidad que ya funciona con Zaragoza y enlazará hasta Montpellier en 2012. "Esta obra tiene una importancia de futuro", dijo Zapatero, mientras que Montilla animó a los responsables a "saber llenarla y gestionarla" y Blanco garantizaba que, con ella, el aeropuerto de Barcelona se dispone a "volar alto".

Terminados los parlamentos, los invitados pasearon por las instalaciones. Había no poca coincidencia en elogiar el resultado, tanto el funcional como el estético en una construcción que, en palabras del arquitecto Ricardo Bofill, no "tiene cabida para lo barroco y lo superfluo". Previamente, había definido la obra como su personal aportación a la historia de la arquitectura, además de afirmar que se caracterizaba por su "claridad, minimalismo y sencillez". Ya lanzado, Bofill definió la terminal como "un monumento". Los invitados pudieron pasear con la luz natural que entra por casi todos los ángulos y percibir que, al menos en apariencia, el sistema de señales parece eficaz, como lo es también el de los nuevos accesos por carretera.Zapatero, que siempre exhibe su condición de culé cuando pone los pies en Barcelona, recibió una pelota del Barça como obsequio de la dependienta de una de las tiendas de la zona comercial de la T-1 durante su paseo por las instalaciones. No pudo comentar la jugada con el presidente del club blaugrana, Joan Laporta, que dejó vacía su silla colocada en las filas preferentes por cumplir con un compromiso con Unicef en Estados Unidos. Tampoco asistió Florentino Pérez, presidente también de ACS, la constructora de la nueva terminal, que tenía, a su vez, asiento reservado por delante.

Por lo demás, estaban casi todos: el presidente del Banco Sabadell, Josep Oliu; el dueño de Marsans y ex presidente de Spanair, Gonzalo Pascual; el nuevo presidente de Spanair, Ferran Soriano; el presidente de Abertis, Salvador Alemany; el presidente de la Cámara de Comercio de Barcelona, Miquel Valls; el presidente de Mango, Isak Andic; el de Vueling, Josep Piqué; el consejero delegado de Agrolimen, Artur Carulla; el presidente de Acciona, José Manuel Entrecanales

y el dueño de Husa, Joan Gaspart.

Hasta 700 personas. Ayer todas departían con aire distendido durante el cóctel posterior al acto. Buena parte de los invitados catalanes coincidían con la lista de asistentes a aquel acto del 22 de marzo de 2007, en la escuela de negocios IESE, que sirvió para reivindicar la gestión descentralizada de los aeropuertos. Aquel día, hubo 860 asistentes, casi todos empresarios y representantes de instituciones de hasta 137 entidades, pero ni un solo político. Era la llamada "sociedad civil catalana", que incluía a la élite empresarial. Dos años y tres meses después, el presidente ha regalado de nuevo los oídos sobre la participación catalana en El Prat.

El Ejecutivo central ha prometido que el nuevo modelo estará antes de final de año. No ha aclarado el peso que tendrán los gobiernos autónomos en las decisiones sobre los aeropuertos, pero sí ha hecho guiños a la gestión privada y profesional.

Vista de la zona de embarque de la T-1 durante la ceremonia de inauguración.
Vista de la zona de embarque de la T-1 durante la ceremonia de inauguración.EFE

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