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Tranquilidad en Hoyo

Joaquín y María esperaban pacientemente ayer a las puertas de la Academia de Ingenieros del Ejército de Tierra de Hoyo de Manzanares. En una bolsa de plástico llevaban ropa para su hijo, uno de los uniformados que permanecen desde hace días recluidos en el cuartel, desde que se registraron varios casos de afectados por H1N1. "Dice que está bien, pero no saben mucho. Nadie les ha dicho cuando van a poder salir, quizá el próximo fin de semana", decían serios.

En el cuartel reinaba la tranquilidad. "Yo, de ustedes, me marchaba de aquí porque estamos infectados", espetaba con marcado acento andaluz uno de los militares a los periodistas congregados a las puertas del acuartelamiento. Dentro, decenas de jóvenes en chándal hacían deporte. Imperaba la ley del silencio: "Nos han dicho que no podemos hablar con nadie", señalaba a la carrera otro de los militares. Ninguno llevaba mascarilla.

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