Los incunables que España perdió
La digitalización ahorra reclamaciones de obras expoliadas entre países
Grecia reclama las piedras del Partenón expuestas en el British Museum, pero hasta ahora ningún país ha exigido a otro que le devuelva incunables, manuscritos o documentos históricos. España, tampoco. Ni lo hará. A pesar de que algunas gemas bibliográficas se conservan en otros países. Las causas de las fugas son varias: guerras, trapicheos, compras legales, expolios o regalos.
¿Por qué la diferencia? El impacto económico ayuda: muchos turistas españoles van a Londres a ver las piedras del Partenón, pero nadie compra un billete de avión (salvo expertos) para ver el Amadís original. Hay también un factor histórico que esgrime la directora de la Biblioteca Nacional de España, Milagros del Corral: "Todos hemos expoliado y hemos sido expoliados". Al menos, lo han hecho todos los países que han podido hacerlo porque algún día fueron amos del mundo, como Francia, Reino Unido o España.
Detrás de ese mercado, forzoso o pactado, se apilan tejemanejes y misterios múltiples. Y expolios que podrían dar lugar a reclamaciones, pero mientras que el patrimonio arqueológico, pictórico o escultórico suscita sus más y menos entre estados, no existe una corriente reivindicativa en el universo de los libros. "No hay nada equiparable a la polémica del Partenón para que vuelva a Grecia y fíjate, por ejemplo, si Italia hiciese una reclamación sobre los expolios napoleónicos, que están muy estudiados", expone la directora de la Real Biblioteca del Palacio Real, María Luisa López-Vidriero. Si alguna tentación rondaba, la digitalización, que pone estas obras al alcance de cualquier ordenador, la apuntilla. "La tecnología juega una baza importante", precisa.
Del Corral, experta en la Unesco, su antiguo trabajo, cree que nunca se ha usado la convención que obligaba a los países a devolver patrimonio expoliado durante guerras a su lugar de origen. "Creo que nunca se aplicó, pero ayudó a cambiar la mentalidad", indica. Y la conciencia no es un tema menor. Cuando robaron los valiosos mapas de la Biblioteca Nacional en 2007, "la gente lo vivió como si le hubieran robado algo suyo", revive la directora. Hace un siglo, en plena depresión anímica y económica, la preservación del patrimonio no preocupaba ni a autoridades ni a particulares. En 1901, el marqués de Jerez de los Caballeros vendió su biblioteca al mejor postor y al bibliófilo más hechizado por su colección: el millonario estadounidense Archer Milton Huntington, que luego fundó la Hispanic Society of America. A cambio de 592.500 francos, el aristócrata embaló sus 10.000 libros y manuscritos hacia Nueva York. Algo molestó, la verdad.
En una intervención en Sevilla, John O'Neill, responsable de manuscritos y libros raros de la Hispanic, revivió la irritación de Menéndez Pelayo, militante bibliófilo, por la venta. "No tengo relación directa ni indirecta con Huntington, pero le tengo profunda antipatía porque ha venido a despojarnos", escribió el erudito. O'Neill agregó que Menéndez Pelayo acabaría cambiando de opinión tras comprobar que la colección se había conservado íntegra. La Hispanic es una de las instituciones extranjeras con una vasta colección de textos españoles, pero no es la única, también la Bibliothèque Nationale de France (Napoleón ayudó mucho), la British Library o la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos. Éstas son algunas joyas perdidas.
- La Celestina de 1499. Se considera el ejemplar más antiguo de la obra de Fernando de Rojas, publicada por Fadrique de Basilea en Burgos con el título de Comedia de Calisto y Melibea, aunque no todos los expertos aceptan que sea la primera edición. Está en la Hispanic Society of America.
- Amadís de Gaula de 1508. El único ejemplar de la primera edición está en Londres, en la British Library, que posee unos 3.000 libros españoles anteriores a 1600, entre ellos algunas coloristas biblias hebreas editadas antes de la expulsión de los judíos. Este Amadís de Gaula, que causó el furor por las novelas de caballería, fue cedido para la exposición que la Biblioteca Nacional dedicó a la obra con motivo de sus 500 años.
- Manuscrito de Colón de 1493. Escrito en papel de lino, en 1975 el historiador Edmundo O'Gorman autentificó el documento. Cristóbal Colón describe las nuevas tierras americanas en este manuscrito, fechado en Cádiz el 20 de noviembre de 1493. Se guarda en el Centro de Estudios de Historia de México.
- Conquista de las islas Malucas (1609). Esta primera edición, publicada en Madrid, detalla la lucha entre Portugal, España y los reyes locales por las Malucas (o islas de las Especias), un archipiélago indonesio. Los personajes tienen un tirón imbatible: el corsario sir Francis Drake, el explorador portugués Fernando de Magallanes y el rey maluco Tabariji. Fue escrito por el sacerdote Bartolomé Leonardo de Argensola. Está en la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos.
- Cortometraje de los hermanos Lumière sobre Sevilla. La primera película sobre una corrida de toros fue filmada en Sevilla en 1896. Los hermanos Lumière, creadores del cinematógrafo, habían enviado equipos por todo el mundo para rodar acontecimientos. En Sevilla grabaron escenas tópicas del imaginario español del siglo XIX: una procesión de Semana Santa y una corrida de toros. Fondos de la Biblioteca del Congreso.
- Mapas de la exploración americana. Entre los 4,5 millones de mapas de la división de Geografía de la Biblioteca del Congreso se incluyen numerosos mapas de España y sus colonias americanas del siglo XVII en adelante, trazados por cartógrafos como Pedro Alcántara Espinosa, José de San Martín o Bernabé Muñoz.
Cultura se sumará a la Biblioteca Mundial
La Biblioteca Nacional, un organismo autónomo del Ministerio de Cultura, se sumará al proyecto apadrinado por la Unesco para crear en Internet la Biblioteca Digital Mundial (www.wdl.org), el almacén universal de los avances de cada cultura a lo largo de la historia. Entre las 32 instituciones internacionales que colaboran ya con la iniciativa no figura de momento ninguna española, pero la Biblioteca Nacional ha decidido adherirse después de conocer más detalles de la WDL, presentada en París esta semana. Dado que la WDL nace volcada hacia los países emergentes y pobres para ayudar a difundir su patrimonio cultural mediante la digitalización y la exhibición en la web, la oferta española hace un claro guiño a este deseo: incorporar los fondos sobre las independencias de los países de América Latina que se guardan a ambos lados del Atlántico. No es una idea de última hora. Con las miras puestas en los bicentenarios de las independencias americanas, la Biblioteca Nacional pretende creer un portal común para consultar materiales de la época, incluidas las declaraciones americanas de independencia. Muchas de ellas se custodian en Madrid.
"Nos parece de gran interés para la comunidad hispanista, pero tenemos un problema para financiarlo", reconoce la directora, Milagros del Corral. La biblioteca española, explica, puede costear la digitalización de sus fondos, pero no las de otros países, cuyas limitaciones presupuestarias son aún mayores. "Podemos aportarles la asesoría tecnológica, pero plata no tenemos", añade. Para poner en pie el portal, Del Corral calcula que necesitan alrededor de 600.000 euros.
Una plata que sí tiene la WDL, que cuenta con patrocinadores como Google. "Si lo ponen ellos sería fantástico", se entusiasma la directora, que opina que Francia y España, como antiguas metrópolis, tienen especial interés para la WDL.
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