La cautela de Europa
La cumbre de Bruselas cancela las inversiones públicas y rebaja el afán de combatir el paro
La cumbre de la Unión Europea que terminó el viernes se ha cerrado con un mensaje de prudencia, cuando tanto el FMI como Estados Unidos reclamaban políticas más audaces y que venciera sus reticencias a intensificar la inversión pública. La tesis alemana se ha impuesto con la idea de no incrementar gastos a través de nuevas inyecciones de dinero en el sistema hasta que no se valore la eficacia de las que ya se han puesto en marcha. Como propuesta europea en la próxima cita en Londres del G-20, ha triunfado la iniciativa de reformar la regulación financiera, supervisando a entidades y mercados y fomentando la desaparición de paraísos fiscales, para evitar nuevas crisis como la que reina ahora, y que tuvo su origen en la ineficacia de los mecanismos de control del sistema bancario estadounidense.
Cautela, pues, frente al enloquecido ritmo con el que se están desplomando las economías y frente al deterioro del bienestar de un número creciente de ciudadanos. En ese sentido, resulta preocupante la rotunda negativa de los líderes europeos, con Merkel y Sarkozy a la cabeza, a la cumbre del empleo prevista para el 7 de mayo y que, a propuesta de la presidencia checa y la Comisión Europea, pretendía articular, junto a patronal y sindicatos, algunas medidas que combatieran el vertiginoso crecimiento del paro en todo el continente. El argumento para dejar la cita en una mera reunión técnica ha sido el temor de salir de ella con las manos vacías.
El encuentro sí ha servido, en cambio, para que la Unión Europea tienda una mano a sus socios que no cuentan con el paraguas protector del euro y se ha aprobado doblar los fondos de ayuda a los países del Este hasta los 50.000 millones de euros. También se ha decidido aportar 75.000 millones al FMI para colaborar en sus políticas frente a la crisis. Queda en el aire el temor a que cada país responda a la debacle al margen de una coordinación de esfuerzos de la UE que resulta imprescindible. De ahí la inquietud ante el anuncio de que Renault trasladará a Francia parte de su producción en Eslovenia.
La cautela es, desde luego, un signo de prudencia imprescindible. Pero está por ver que sea eficaz en tiempos de recesión. Los datos sobre crecimiento para el próximo año, previsiblemente mejores para EE UU que para la UE, revelan que quizá sea aconsejable una audacia mayor.
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