Una actriz que absorbe el placer y el dolor
Lo que ella posee, sin que nadie se lo pueda dar o quitar es un paisaje interior colmado de vivencias. Es lo que le acompaña cuando recorre caminos junto a otros o en esa soledad tan compartida del actor. Un presente despojado de las ligaduras que vuela buscando lo más alto de su individualidad, lo más específico y personal. Un pie en las metas más lejanas hurgando el imposible ideal de belleza y perfección, pero otro en la tierra recogiendo experiencias que nutran su compromiso con la vida, que alimenten su memoria y esa imaginación que se nos antoja ilimitada. Tan ilimitada como su capacidad de experimentación y de conciencia, ambas guiadas por una voluntad invicta. Sabe que el arte de actuar consiste en evocar y para eso hay que posarse como pájaros sobre la memoria y absorber hasta la última gota del placer y del dolor.
Por eso, cargada de la esencia de la vida, Penélope Cruz alza el vuelo. Un vuelo personal, específico, individual, intransferible. Goethe decía "la mayor suerte es la personalidad". Ella juega con el cuerpo, la mente y los sentimientos para lograr la transformación a través de los personajes. Conduce al espectador de la oscuridad a la luz revelando los conflictos del alma humana como si fuera una celebración, un fácil salto para que entre en acción la voluntad y desate los sentimientos de dolor, placer, alegría o ira en un reconocimiento al sufrimiento y al goce humanos. Ella nos recuerda que nada de lo humano nos debe ser ajeno y lo hace con simplicidad, verdad, belleza y facilidad. Una condición presente desde sus inicios, como lo es también cavar hondo para que germine la semilla simbólica, y signifique la voluntad y la conciencia, obsesionadas por echar raíz y crecer hasta el cielo. La creación no tiene límites, es maravilloso y esperanzador cuando una actriz con un pequeño cuerpo, una sonrisa muda, una risa sonora y una mirada melancólica nos recuerda desde el otro lado que dinamizar, cambiar, movilizar, comunicar, embellecer es una cuestión de disposición y vulnerabilidad del alma.
Cristina Rota fue profesora de interpretación de Penélope Cruz.
Han dicho de ella...
- Bigas Luna: "Estaba convencido de que la Perla de Monegrillo [apodo con que llamaba a la actriz en el rodaje de Jamón, jamón] triunfaría.
- Lluís Homar: "Se merece el premio, hace un papel espléndido, además el Oscar nos viene muy bien a los actores".
- Familia real: ha enviado un telegrama cariñoso de enhorabuena.
- Rodríguez Zapatero: agradece que haya convertido el Oscar en "un premio a nuestro cine y nuestra cultura. Es un logro que nos llena de emoción y orgullo".
- Esperanza Aguirre: "Para los madrileños es un motivo de satisfacción que Hollywood reconozca sus méritos".
Babelia
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