Obama busca una sola voz para luchar contra la recesión económica
El presidente se reúne con los republicanos para pedir el respaldo a su plan
Consciente de que se juega en ello buena parte del éxito de su presidencia, Barack Obama acudió ayer al Congreso a reunirse con los representantes y senadores de la oposición republicana para pedirles el respaldo a su plan de estímulo económico, el instrumento decisivo para abordar la dramática crisis actual. "Creo que el pueblo estadounidense está reclamando acción y creo que debemos responder dejando la política reducida al mínimo. No espero que estemos de acuerdo al 100%, siempre habrá algunas diferencias filosóficas, pero debemos actuar", dijo Obama en un intervalo de esas reuniones.
El gesto, en sí mismo, constituye un esfuerzo sin precedentes por parte de Obama para cumplir su promesa de gobernar de forma bipartidista. Nunca antes un presidente había acudido a la semana de su mandato al Capitolio, y mucho menos para reunirse con la fuerza política rival. Es un gesto que tiene mucho más valor por cuanto el presidente cuenta con votos más que suficientes de su propio partido para sacar adelante esta trascendente legislación. Pero es, precisamente, esa trascendencia la que aconseja, a juicio de la Casa Blanca, la consecución del mayor respaldo político posible.
Además del gesto, Obama prometió flexibilidad para incorporar a su programa de estímulo algunas de las ideas republicanas. "Va a escuchar sus ideas y, si son buenas, que asumimos que lo son, serán tenidas en consideración", dijo el portavoz presidencial, Robert Gibbs. Una de las primeras concesiones ha sido, según informaron ayer fuentes demócratas, la eliminación de la partida de ayudas a la planificación familiar, incluida la subvención de los anticonceptivos.
Obviamente, esas ayudas son una parte anecdótica (unos 200 millones de dólares, unos 152 millones de euros) de un gigantesco programa de 825.000 millones de dólares (636.000 millones de euros), pero los republicanos lo llevan mencionando desde hace días como un ejemplo de las imperfecciones del plan y de la incapacidad de esta iniciativa para promover adecuadamente el crecimiento y el empleo.
Por esa razón, pese a todos los esfuerzos de Obama —y a la espera del resultado de las negociaciones—, los líderes republicanos han recomendado a los miembros de su grupo pronunciarse en contra cuando el proyecto salga hoy a votación en la Cámara de Representantes. Los republicanos no se han manifestado aún en el Senado, donde la próxima semana se votará otra versión de esta misma ley. "Vamos a trabajar con el presidente para reducir las diferencias y conseguir el mejor plan posible", prometió ayer, tras su reunión con Obama, el líder republicano en la Cámara, John Boehner.
La versión definitiva del plan de estímulo saldrá de la conciliación de las versiones que aprueben la Cámara y el Senado, y debería de estar sobre la mesa del presidente para su firma a mediados del mes próximo. Ese plan es el pilar sobre el que Obama intenta crear cuatro millones de empleos, relanzar la economía estadounidense y empujar a las del resto del mundo.
Casi con toda seguridad será aprobada. Con los votos republicanos o sin ellos. Si éstos llegan a un entendimiento con la mayoría demócrata, mejor para Obama, que podrá, no sólo demostrar su vocación bipartidista, sino afrontar el resto de su mandato con mayor autoridad ante los ciudadanos y ante Wall Street. Si los republicanos, finalmente, se distancian de este proyecto, Obama siempre podrá decir que hizo lo que pudo y los votantes decidirán en su día quién estaba en el lado equivocado de la historia.
Algunas de las reservas republicanas son de índole práctica. Por ejemplo, su queja de que el plan de Obama no actúa con la suficiente urgencia. La Oficina de Presupuesto de la Casa Blanca ha expuesto datos según los cuales el 75% de la inversión prevista en ese proyecto se hará en los próximos 18 meses. Pero eso no coincide con el cálculo que ha hecho la Oficina de Presupuesto del Congreso, según la cual sólo se invierte el 64% del total en los primeros 19 meses.
Otras de las objeciones republicanas son más ideológicas. La oposición considera que la parte destinada a rebajas de impuestos (275.000 millones de dólares) es demasiado pequeña y quisiera incrementar esa cifra hasta, al menos, el 40% del total del paquete. Los republicanos pretenden eliminar también todo el bloque de ayudas sociales, exceptuando la extensión de los actuales subsidios de desempleo. Obama quiere incrementar esos subsidios y añadir otros a la educación y la asistencia sanitaria.
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