La cumbre de Madrid decide financiar millones de minifundios
La comunidad internacional hace autocrítica por el repunte del hambre
No salen las cuentas. La ayuda mundial para combatir el hambre -cerca de 8.000 millones de euros comprometidos en los últimos años- ha resultado menos eficaz de lo que preveían los canalizadores de las donaciones, el Banco Mundial y la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO). En 2007 había 860 millones de hambrientos; ahora, 109 millones más. ¿Qué ha fallado? Éste es el debate de la cumbre sobre seguridad alimentaria que ayer comenzó en Madrid con la participación de 95 países, y que, además de poner los cimientos de la llamada Alianza Global para la Agricultura y la Seguridad Alimentaria, presentará un nuevo organismo: el Mecanismo de Coordinación Financiera (MCF), una cuenta única de más de 4.000 millones de euros directamente para los campesinos.
Se subvencionará a los campesinos que tengan menos de una hectárea
El MCF, impulsado por el economista norteamericano Jeffrey Sachs, autor de El fin de la pobreza, pretende aumentar la cuantía de la ayuda, pero sobre todo busca unificar en un sólo canal los fondos hasta ahora dispersos entre Gobiernos, entidades financieras y fundaciones privadas. Sus beneficiarios serán las familias con una hectárea de terreno que cultiven productos de primera necesidad y también los destinados a la exportación. Recibirán cheques directos para adquirir semillas y fertilizantes y sólo repetirán subvención las que sean rentables. El MCF pretende también alejar la sombra de la corrupción al simplificar la ayuda. "Con tantos actores como hay ahora para donar y recibir es muy difícil rendir cuentas", espetó ayer Sachs. Este plan pretende llegar este año a 10 millones de hogares y a 60 millones en 2013.
Esta cumbre de Madrid es una prolongación de la celebrada en Roma el pasado junio, donde 181 Gobiernos y la Comisión Europea buscaron soluciones de emergencia frente a la hambruna que sobrevino tras la subida del precio de los alimentos básicos, especialmente cereales. Desde entonces, los avances han sido "nulos", según las ONG más combativas, o "escasos", en palabras del ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos.
Algunos puntos de partida sí parecen claros. El primero lo resumió el director general de la FAO, el senegalés Jacques Diouf: "El porcentaje para la agricultura de las ayudas ha pasado del 17% de 1980 al 3% actual". En su opinión, está tendencia tiene que revertir, y ningún país debería recibir fondos internacionales si no compromete una parte significativa del presupuesto a ayudar a los campesinos. "Ha sido la tragedia de una muerte anunciada", dijo.
Hasta ahora, el libre mercado -que no rige ni en EE UU ni en la Unión Europea para sus agricultores y ganaderos, fuertemente protegidos- era el principal regulador de la producción agraria de los países pobres o en desarrollo, y éste es el segundo error que habría que corregir, según Moratinos. "No se puede dejar en exclusiva al mercado algo tan crucial como la seguridad alimentaria", señaló. Y menos en momentos donde confluyen elementos agravantes, entre los cuales citó el ministro los desastres medioambientales agudizados por el cambio climático; el aumento demográfico de los pobres; la especulación financiera de los ricos y el encarecimiento de la energía para todos.
Con estos ingredientes se ha cocinado una tarta siniestra, cuya receta, llevada al extremo, fue repartida entre los asistentes a la cumbre por simulados cocineros de ONG como Veterinarios sin Fronteras, Amigos de la Tierra y Ecologistas en Acción. Sobre unas imágenes de manos femeninas manipulando cacerolas podía leerse: "Mézclense los ajustes estructurales del FMI (Fondo Monetario Internacional) y el BM (Banco Mundial); líguese la masa con el libre comercio; eche lentamente los agrocombustibles; confirme que no queda un cereal en las reservas del sector público; especule en Bolsa, vuelque la masa sobre la subida del petróleo y [la viñeta muestra el momento de volcar el molde de la tarta sobre una fuente de servir] ya está lista la crisis alimentaria".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.