Tres días a petardazos
La fiesta de los estudiantes de Minas atruena Ríos Rosas
Explosiones, chiribitas, humo y tracas. Desde las doce del mediodía hasta las ocho. En mitad de un barrio residencial. Los estudiantes de Minas (donde se imparten tres títulos universitarios), junto a Ríos Rosas, comenzaron ayer un año más las fiestas de santa Bárbara, patrona de los mineros. Es como una juerga estudiantil más, pero con dos salvedades. La escuela -con 1.160 alumnos- está rodeada de edificios altos de viviendas y uno de sus atractivos es la explosión de centenares de petardos en el patio. Los mismos cuyo estruendo se siente desde varias calles más abajo del barrio de 28.000 residentes y que ayer traspasaba la ventana doble de la casa de Francisco, en la calle de Ponzano. "Retumba la casa entera, estos niñatos no han parado en todo el día", protestaba el hombre, recién operado del corazón.
"No hacemos daño a nadie, son sólo unos días y sin salir de la escuela", se defendía a pie de patio pasadas las siete uno de los estudiantes de último curso, Ismael. Con un casco encajado y tapones naranjas para los oídos, Ismael comenzó ayer la fiesta con una de las tradiciones, la sacada. Los alumnos del último curso echan de clase a los novatos a petardazos. Y una vez fuera, se ahuyentan unos a otros con bengalas.'Viene la policía todos los años', comenta otro de los asistentes. Ayer patrullaron por la zona hasta cinco coches distintos de la Policía Municipal para atender las quejas de los vecinos, que protestaban por el ruido y por el lanzamiento de petardos, según una portavoz del Ayuntamiento. No incautaron material. Una ambulancia del SUMMA 112 y varios vigilantes de seguridad custodiaban ayer por la tarde la entrada al patio de la escuela técnica, que sigue de fiesta hasta mañana. 'Cada año dura menos, en dos o tres años nos la quitan', se quejaba Ignacio Sánchez, otro de los alumnos de último año que llevaba un mono de obra además del casco con el escudo de la escuela. Cuesta entenderle por el ruido y porque hay que estar atento a los petardos que unos y otros se lanzan a los pies. Ramiro, también de quinto curso, protesta porque antes la dirección les permitía celebrar una fiesta nocturna en honor a su patrona. Esta edición, el programa es un poco más tranquilo. La fiesta incluye torneos de pimpón y otro tipo de competiciones, como un partido de fútbol entre alumnos y profesores. Y los petardos deben terminar antes de las ocho de la tarde -ayer comenzaron los vigilantes a desalojar a las 19.20-.
Unos con copa o litrona en la mano, otros con su casco bajo el brazo, los alumnos comenzaron a salir del edificio. En la puerta seguía la ambulancia preparada. "Nosotros nos vamos los últimos", contaba un sanitario. Ayer atendieron a siete jóvenes por quemaduras leves.
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