De la cúpula, de la cultura en el exterior y la demagogia del PP
En 1935 y 1936, por mediación de Salvador de Madariaga y bajo el auspicio de la II República Española, Josep María Sert se encargó de la decoración de la Sala del Consejo de la sede de la Sociedad de Naciones en Ginebra, pintando unos impresionantes frescos que representan alegorías de la Guerra y la Paz, del Progreso de la Humanidad, de la Justicia y del Derecho Internacional. En la obra de Sert los cinco continentes unen sus manos formando una corona de brazos, lo cual representa el diálogo, la cooperación, el multilateralismo y todas las virtudes de lo que debe ser un sistema internacional basado en los derechos humanos y la democracia.
Por desgracia, la inauguración de esta sala, en octubre de 1936, quedó manchada por la Guerra Civil. La República Española, financiadora de esos frescos, creía en los principios que inspiraban esas pinturas murales, combatía contra el fascismo y estaba a punto de sucumbir ante sus garras.
Lo 5.200 millones de Ayuda al Desarrollo no llevan dentro los 500.000 euros destinados a la obra
Hoy, setenta años después, gracias a un memorando de entendimiento suscrito por el ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación, Miguel Ángel Moratinos, y el secretario general adjunto de la ONU, Sergei Ordzhonikidze, y tras el ofrecimiento del Rey de España a Naciones Unidas en 2005, Miquel Barceló ha pintado entre septiembre de 2007 y octubre de 2008 la enorme cúpula que cubre la sala de los Derechos Humanos y la Alianza de Civilizaciones de la sede de las Naciones Unidas en Ginebra. Una obra sobrecogedora, una obra cambiante en función del punto de vista desde el que se observa como metáfora de lo que representa Naciones Unidas y una obra de una belleza sublime.
Es un proyecto respaldado por el Gobierno español y la Fundación ONUART, de la que forman parte varias empresas privadas, cuya finalidad es la promoción de la presencia del arte español en los organismos internacionales en pro de la concordia, el multilateralismo, la cooperación y la democracia.
El Partido Popular y la derecha española han demostrado una agresividad brutal ante este proyecto. Los volúmenes de demagogia desplegados por sus nuevos valores políticos superan con mucho los que alcanzaban sus antiguos portavoces. No nos extraña, ya sabemos que no han cambiado en nada. Desgraciadamente son lo mismo y, por ello, su actitud es coherente con lo que demostraron ser cuando gobernaban. De hecho, siguen especializados en la mentira. Dicen que los 500.000 euros que España ha aportado a este proyecto disminuyen los recursos de la cooperación internacional española. Mienten. Los recursos destinados a la obra de Barceló no forman parte de la Ayuda Oficial al Desarrollo de nuestro país. No computan ante el Comité de Ayuda al Desarrollo (CAD) como partidas de nuestra solidaridad internacional. Es decir, que en el 0,5% del PIB que España dedica a la cooperación al desarrollo en 2008 -la más alta de nuestra historia- no está esta partida. Los 5.200 millones que hoy conforman nuestra Ayuda Oficial al Desarrollo -el doble de lo que dedicaba Aznar- no llevan dentro los 500.000 euros que el Gobierno ha destinado a esta obra en Naciones Unidas. Es una partida complementaria, una partida distinta, diferenciada, que pertenece a los recursos del Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación como muchos otros capítulos de gasto. Una partida, en este caso, dedicada a simbolizar, a través de la cultura, el apoyo de España al multilateralismo, al diálogo entre diferentes, al acuerdo entre culturas y a la Alianza de Civilizaciones. Un buen esquema para el Partido Socialista, que, por el contrario, parece inaceptable para el PP porque es contra eso contra lo que han montado toda esta campaña. Bajo el lema de "ensucia que algo queda", tratan de desprestigiar una obra de arte, no por la obra en sí, sino por el significado que tiene. Significa Naciones Unidas, multilateralismo, cooperación al desarrollo, cultura y diálogo entre diferentes. Todo lo que el PP despreció cuando gobernaba y que sigue despreciando hoy.
Por mucho que se empeñen, el Partido Socialista va a seguir por la misma senda. En nuestro último programa electoral afirmábamos que la cultura y la lengua española son nuestras principales cartas de presentación en el mundo. El PSOE y el Grupo Parlamentario Socialista defienden que la proyección exterior de la cultura es y va a seguir siendo un instrumento del Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación que estamos empeñados en seguir reivindicando y utilizando. Lo haremos para potenciar la difusión de la creación artística y de las producciones culturales españolas en el exterior, para multiplicar la presencia de artistas españoles en el escenario internacional y, aunque a la derecha española no le guste, para colocar la imagen de España junto a la paz, la cooperación internacional, el multilateralismo y el Derecho Internacional. Todo eso, en nuestro ideario, es irrevocable.
Elena Valenciano, Eduardo Madina y Juan Moscoso, diputados del PSOE y portavoces en las Comisiones de Asuntos Exteriores, Cooperación al Desarrollo y Unión Europea del Congreso de los Diputados, respectivamente.
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