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Reportaje:

Bolsillos insalubres, dietas desequilibradas

Comer frutas y verduras resulta más caro que alimentarse de grasas

La dieta mediterránea, basada en un elevado consumo de cereales, frutas, verduras, hortalizas y legumbres, reduce en un 30% el riesgo cardiovascular. Es más sana que una dieta más grasa, pero también más cara para los bolsillos en crisis, según muestran los resultados de un estudio realizado por Helmut Schröder, investigador del Instituto Municipal de Investigaciones Médicas (IMIM) de Barcelona. Una persona que siga la dieta mediterránea gasta al día 7,9 euros en comida, mientras que otra que siga una dieta menos saludable, con más grasas y menos frutas y verduras, gasta 6,7 euros.

Schröder aporta ejemplos, como que a finales de los años noventa el kilo de judías verdes costaba unos dos euros, mientras que ahora se paga entre cuatro y cinco. Hace dos años, una barra de pan de 200 gramos costaba entre 50 y 60 céntimos. Ahora unos 80. "La bollería industrial es más barata y más grasa", afirma. "Una familia de cuatro personas, que siga una dieta como la mediterránea, rica en vegetales y frutas, gasta 2.200 euros más al año", afirma Schröder. Una cifra a tener en cuenta si se considera que, según el último Informe FOESSA sobre exclusión y desarrollo social, apadrinado por Cáritas, en España hay 8,5 millones de personas (el 19,7% de la población) con ingresos inferiores a los 574 euros al mes. Otro millón y medio de españoles vive en pobreza severa, con menos de 280 euros al mes o en situación de exclusión social.

Comer sano cuesta al día 7,6 euros. Una dieta menos sana, 6,7 euros
A menor nivel de estudios, menor frecuencia de ejercicio físico
Disponer de buena información permite comprar mejor y más barato
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Sí, tu salud es cuestión de clase

"España siempre ha sido el país con menores desigualdades entre clases en cuanto a enfermedades cardiovasculares, pero desde el momento en que la dieta mediterránea ya no es la más asequible, se puede acabar ocasionando una mayor incidencia de enfermedades", afirma Antonio Daponte, director de docencia e investigación de la Escuela Andaluza de Salud Pública. Hay más estudios que muestran que la obesidad tiene relación con los bolsillos y con el nivel de educación. En Andalucía, por ejemplo, una de las comunidades con mayor sobrepeso y obesidad, entre las clases más desfavorecidas las tasas se doblan. Por nivel de educación, entre las personas con menos estudios se triplica. Por situación laboral, entre los parados hay más sobrepeso que entre las personas con ocupación. En mujeres, las diferencias son mayores según el nivel de educación. El 20% de las mujeres con primaria tienen sobrepeso, mientras que entre las que tienen estudios superiores, no llegan ni a un 5%. A menor nivel de estudios, también se realiza menos ejercicio. "La educación y la información permiten hacer mejores elecciones, pero la economía también tiene parte de responsabilidad", dice Schröder.

Luis Serra Majem, catedrático de Salud Pública de la Universidad de Las Palmas, reconoce el gradiente social en la dieta, pero también cree que "una persona bien informada compra mejor gastando menos". El informe sobre desigualdades de la OMS afirma que "las políticas comerciales incentivan la producción, el comercio y el consumo de alimentos altos en grasas y azúcares en detrimento de la fruta y los vegetales, lo que se contradice con las políticas de salud pública".

Un estudio con 360.000 europeos (40.000 españoles) que hoy publica New England Journal of Medicine confirma que la obesidad abdominal, localizada en la barriga y la cintura, aumenta las patologías mortales. Un varón de talla media con más de 120 centímetros de cintura, y una mujer con más de 100 tienen el doble riesgo de morir prematuramente que un hombre con un perímetro de 80 centímetros y una mujer con 65.

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