_
_
_
_
_

"Al principio me avergonzaba venir al comedor de caridad"

Ensalada, lentejas, pescado y una manzana. Éste fue el menú de ayer de la Casa de la Caridad de Valencia, un lugar que Marco Quiroga conoce bien. Desde mayo, unos meses después de perder su empleo, este boliviano de 40 años no ha faltado ningún mediodía al comedor de esta institución benéfica, festivos incluidos. "Al principio me daba vergüenza, pero con el tiempo te das cuenta de que cada día hay más gente en una situación como la tuya que viene aquí a comer", comenta. Los propios trabajadores del centro han constatado un importante incremento en los últimos meses de lo que ellos denominan usuarios "normalizados", frente a las personas en situación de exclusión social, muchos de ellos sin hogar.

"Hace meses que no mando nada a casa", dice Marco, sin papeles y parado
Más información
España tiene los mismos pobres tras una década de expansión económica

Marco llegó en diciembre de 2006 a España. "Había mucho trabajo, era fácil colocarse". A pesar de ser licenciado en Derecho, no pudo ejercer de abogado -"Es muy complejo obtener la convalidación", dice-, pero no tuvo problemas para encontrar empleo. Empezó en la construcción, cobrando hasta 1.400 euros al mes. "Como no tengo papeles, me los dejaba un compatriota mientras se iba de viaje y así me contrataban". Entonces tenía dinero de sobra para pagarse una habitación (180 euros al mes) y mandar a su mujer: "100 euros son 900 bolivianos, con eso tienes para vivir un mes completo". Luego encontró trabajo en el campo, y sus ingresos bajaron a unos 1.000 euros al mes. A medida que la situación económica iba empeorando, la calidad de sus trabajos también lo hacía. En su último empleo estable repartía publicidad en la calle por 600 euros. En febrero se quedó sin nada. "Ahora hago trabajitos, me llaman amigos para que les ayude a pintar o lo que salga", lo justo para pagarse la habitación y poco más. "Hace meses que ya no mando nada a casa". Hay menos trabajo, y sin papeles es todavía más difícil. "Las mujeres lo tienen más fácil con el trabajo doméstico, pero para nosotros hay menos oferta".

Ahora, Marco quiere volver a casa y contar lo que ha encontrado en España. "Mucha gente sólo cuenta lo bueno, el dinero que ha ganado, pero se callan lo mal que lo ha pasado", apunta. Y lanza un consejo: "Lo más importante es salir del país con un contrato de trabajo. Si no, estás perdido".

Marco Quiroga, en el comedor de la Casa de la Caridad de Valencia.
Marco Quiroga, en el comedor de la Casa de la Caridad de Valencia.SANTIAGO CARREGUÍ

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_