"Hay actitudes que no entiendo; ven el dolor como algo redentor"
Ayer estrenó Camino y Javier Fesser (Madrid, 1964) tiene las pilas recargadas para la batalla. Que tiene pinta de dura. Tras su paso por el festival de San Sebastián, el director de El Milagro de P. Tinto y La gran aventura de Mortadelo y Filemón sigue defendiendo que dedicar Camino en su plano final a Alexia González-Barros era un "deber moral". "Su caso inspiró mi película, pero no es el único", matiza ante las quejas de los familiares de Alexia, una niña que murió a los 14 años en 1985 en la Clínica Universitaria de Pamplona tras 10 meses de duros tratamientos que la mantuvieron en cama. Actualmente está abierto su proceso de beatificación. La educación religiosa de Alexia, la menor de siete hermanos, se basaba en el ideario de Opus Dei; por si quedaban dudas, Fesser ha bautizado a su protagonista como Camino, indiscutible referencia al libro de José María Escrivá de Balaguer, fundador del Opus.
"En 'Camino' está el espíritu de Alexia, no su biografía con cosas irrelevantes"
"Llevo 20 años con la historia. En un libro alguien me decía escúchame"
Pregunta. ¿Cuál es el caso real en el que familiares y curas aplauden la muerte de una niña, como muestra en el filme?
Respuesta. No me apetece hablar de la realidad, porque la realidad es una casa de citas con mil habitaciones. Y yo he hecho una ficción, no tengo ninguna gana de enredar más el asunto. Me apetece más hablar de Camino. Aunque mi filme está construido con cosas que he conocido y no me he inventado nada, prefiero no meterme en otros caminos.
P. Es consciente de que los hermanos de Alexia seguirán hablando con el estreno...
R. Y están en su derecho.
P. ¿Y esto no se podría arreglar quitando la dedicatoria final?
R. Les expliqué a ellos hace tiempo por qué dedicaba el filme a su hermana, y además el cariño con el que lo había hecho. Su historia, que es la primera que conocí, fue la que me mostró que había algo emocionante que contar. Y su experiencia vital me abrió la curiosidad hacia otros muchos casos, sobre todo de niños que habían muerto bajo ese "olor de santidad". Tras esas vidas estaba el "paisaje" -que ya se describía en esa primera historia-, el Opus Dei, y ciertas actitudes que no soy capaz de comprender, que tienen que ver con el dolor como algo redentor, que conectan el sufrimiento con la felicidad. Con todo eso he logrado armar un relato que a mí me parece creíble.
P. ¿Cuándo conoció la historia de Alexia?
R. Hace unos 20 años. Y nunca me ha abandonado. Acabó en mis manos un libro de una forma muy especial... Es más, cómo me llegó es también material para una película. Se lo conté en su momento a Juanma Bajo Ulloa y le pareció tan fascinante que escribimos un guión entre ambos.
P. Pero, ¿cómo fue?
R. Leí un libro de una monja teresiana que había conocido a Alexia, una obra muy inocente. De toda la documentación que leí después, realmente es el libro más inocente y transparente: ni se había iniciado el proceso de beatificación ni el Opus había entrado en el escenario de forma tan contundente, tratando de darle sentido o utilidad. Hay veces que ves una película o lees un libro y notas que esa historia te la están contando a ti y que está hecha para ti. Es apasionante y a la vez da mucho miedo. Este primer relato hablaba de una niña y aunque no paraba de mencionarse su nombre, en realidad Alexia no era protagonista. Tras conocer muchos más relatos, concluí que nadie les había preguntado a ellos qué pensaban. Sentí que en el fondo había gritos de auxilio. En el caso de Alexia hay muchos detalles a los que se les ha buscado un sentido y yo he visto otro. En Camino está el espíritu de Alexia, no la biografía con cosas que a mí me parecen irrelevantes.
P. ¿Todos han oído a los niños, pero nadie les ha escuchado?
R. Ésa es mi percepción. Después de estos niños he indagado en casos de adultos que estaban en el Opus Dei y se repite la sensación: lo que ellos piensan u opinen no sólo no es relevante, sino que tener su propia opinión es síntoma de tibieza. Hay una doctrina perfecta y matemáticamente inculcada en todos ellos.
P. ¿Podemos entrar más en detalle sobre cómo le llegó el libro?
R. Fue en 1987 o 1988. Hay algo que no he contado nunca... y tengo mucho miedo a sonar como un iluminado. Por circunstancias más cómicas que trágicas estaba encerrado en una habitación, en la que había un montón de armarios con cajones, y desde el principio había un cajón que me estaba diciendo ábreme, y en ese cajón un libro que estaba diciendo léeme, y en ese libro había alguien diciéndome escúchame.
P. En el guión hay una frase real de Alexia ("Mamá, me muero feliz, pero sólo tengo la pena de que ese niño nunca supo lo que le he querido") y de ahí usted saca el motor de la película.
R. En otro de los libros, no el de la teresiana, hay un relato entero de su vida, dividido por capítulos. Y todos tienen un título elocuente, tipo La virgen viene a verme. Pero hay un capítulo, Un verano un poco raro, que cuenta en una sola línea, de pasada, que en unas vacaciones al volver de un cursillo a casa de su abuela, se cruzó con un niño con el que nunca tuvo ningún contacto, aunque luego averiguó su nombre. Cerca del final de su vida dijo esa frase. Me pareció que si el amor mueve montañas, ese amor podía explicar cómo se muere feliz.
P. En el desenlace del filme destroza la fe católica.
R. La protagonista no hunde en absoluto la fe. Camino es una niña con una fe enorme, y lo demuestra desde el principio, pero en el amor. La religión católica tiene imágenes muy contradictorias. Hay una parte de la fe que es luminosa, en la que alguien superior te quiere y te protege. Y al lado está la oscuridad: o correspondes este trato o si no, habrá castigo. Con Camino el miedo no funciona. Esta película te acerca a la gente que vive la fe de forma feliz y transparente.
P. Es difícil hablar de la fe.
R. Algunos creen que o no se debe hablar de ciertas cosas o no todos podemos hablar de ellas. Con el terrorismo ocurre algo parecido. Este filme es objetivo y respetuoso. Está hecho sin red.
P. ¿Tuvo educación religiosa?
R. Como toda la gente de mi generación. Estudié en los Sagrados Corazones y en El Pilar (marianistas). Cuando yo tenía la edad de esta niña era muy monaguillo. Y me quedó claro que la fe es un chollo, pero que recuerda a la lotería: te tiene que tocar. No se puede instalar como un software.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.