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Humo y euforia en la 'Declaración de México'

Rocío García

"¿Para qué ha servido este congreso?", se preguntaba ayer un cineasta español poco antes de que, con gran solemnidad, se leyeran las conclusiones del I Congreso de la Cultura Iberoamericana que, dedicado al cine, se ha celebrado durante cuatro días en la ciudad de México. La euforia y el optimismo de los organizadores -el ministro de Cultura español, César Antonio Molina, habló de "éxito" y de la "más profunda reflexión sobre el cine que se haya realizado nunca" y su homólogo mexicano, Sergio Vela de "buena estrella"- contrastaba con la incredulidad de algunos de los participantes y la sensación de que han sido testigos de una operación con mucho humo y buenas dosis de marketing.

Conclusiones

Las conclusiones, leídas por el director de cine mexicano Arturo Ripstein, y bajo el título de Declaración de México, hacen mención a aspectos muy generales y sin ninguna decisión concreta. Esta declaración, que será elevada a la próxima cumbre de jefes de Estado y de Gobierno que se celebrará en El Salvador a finales de este mes, aborda en 12 puntos diversos aspectos como "la estimulación de la creación y la producción independiente para garantizar el valor cultural y artístico de las obras cinematográficas", "el apoyo decidido a la distribución", "promover la existencia de salas de exhibición", "estimular la participación de las televisiones" o "potenciar la incorporación de nuevas tecnologías". La única medida concreta que se hizo pública ayer fue el anuncio por parte de México de incrementar su participación en Ibermedia, programa que se dedica a potenciar el cine iberoamericano, aunque sin dar ninguna cifra concreta.

Mucha teoría, muchas buenas palabras e intenciones, multitud de mesas redondas y actos varios (43 en cuatro días), pero poca consistencia en cuanto a concretar los temas que de verdad atenazan a la cinematografía iberoamericana, objetivo de este encuentro. Ha habido, es verdad, encuentros positivos, pero la sensación, al menos en la delegación española, era de un tono menos optimista. "¿Hemos venido aquí a hablar de cine y literatura, con la que está cayendo?", decía un ponente por los pasillos del Centro Nacional de las Artes.

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