"Todos llevamos un idiota dentro que va creciendo y prosperando"
Cuando John Malkovich subió al escenario del Kursaal 2 en la madrugada del domingo para presentar la película de Joel y Ethan Coen, Quemar después de leer, se quedó estupefacto. La ovación que recibió por parte de los 600 asistentes a la sesión, la sala abarrotada, fue atronadora. Malkovich no se lo esperaba. "Soy muy tímido y no me gusta salir en público", dijo a modo de disculpa ayer durante un encuentro con un grupo de periodistas. Nadie lo diría viendo la chaqueta que ha elegido para venir al Festival de San Sebastián. Se le ve desde lejos, grande y potente, con una americana de extravagantes dibujos verdes, naranjas y amarillos.
A sus 55 años y con una sólida carrera como actor de cine y teatro (cerca de 70 películas y obras), además de productor y director esporádico, Malkovich se sigue sorprendiendo con la reacción del público. "Siempre me sorprende que la gente no me tire tomates y cosas así. El público de San Sebastián es el más simpático que he conocido en mucho tiempo. No me han propinado patadas, ni nada. Han sido muy agradables". No es fácil saber la ironía o verdad que esconden sus palabras. Es una persona muy seria, aunque solícita y tranquila.
"Siempre me sorprende que la gente no me tire tomates o cosas así"
"Sabía que trabajar con los Coen iba a ser una experiencia muy agradable"
La llamativa americana no le habría valido para el papel de Osborne Cox, el discreto analista de la CIA que interpreta en Quemar después de leer, película que ha sido proyectada en la sección Zabaltegi del certamen donostiarra y que se estrenará en España el próximo 10 de octubre. Es la primera vez que Malkovich trabaja para los hermanos Coen, quienes escribieron los personajes de la historia, una disparatada comedia de espías e intriga, pensando en cada uno de los actores. Junto a Malkovich trabajan George Clooney, Brad Pitt, Tilda Swinton y Frances McDormand, entre otros. "Obviamente, yo siempre he sido un gran admirador de los hermanos Coen, siempre me han gustado sus trabajos, creo que son dos tipos muy inteligentes. Cuando me llegó el guión quedé encantado, porque no sólo me gustaba la historia, también la posibilidad de trabajar con el resto de mis colegas. Sabía de antemano que la experiencia iba a ser muy agradable".
La narración de Quemar después de leer comienza cuando Osborne Cox (Malkovich) acude a una reunión en el cuartel general de la CIA en Arlington (Virginia) y le anuncian el fulminante despido de la agencia de espionaje. Cox no encaja bien la noticia y regresa a su casa, en Washington, para entregarse a la redacción de sus memorias y a la bebida. Su mujer (Tilda Swinton) hace tiempo que mantiene una aventura con un agente federal (George Clooney). Cuando un disco con parte de esas memorias llega accidentalmente a manos de dos empleados de un gimnasio de barrio (Frances McDormand y Brad Pitt), todos los acontecimientos se precipitan en una serie de fortuitos y desternillantes encuentros.
A todos los intérpretes, incluido a Malkovich, los Coen les pidieron algo insólito: que encontraran al idiota que llevan dentro. "En mi caso no ha sido difícil. No me cuesta mucho esfuerzo encontrar al idiota que llevo dentro. Es mi sombra", dice el actor irónico, levemente risueño. Ya más serio, añade: "Todos los personajes del filme son idiotas, pero es que todo el mundo lleva un idiota dentro que va creciendo y prosperando".
Es el peligro de los sueños y la manera de enfrentarse a ellos lo que más le ha conmovido a Malkovich de la historia de los hermanos Coen. "Los personajes van en busca de sus sueños y son tan tontos que no saben a lo que se enfrentan con los secretos de Estado. Unos creen que vendiendo el material a otro país pueden pagarse la cirugía estética, como es el caso de McDormand, o el de Clooney, que cree que con la invención de una silla consoladora va a poder resolver su vida. También mi personaje, Osborne Cox, que se cree un Tom Clancy cualquiera [escritor de gran éxito en Estados Unidos], que va a ganar una fortuna, y no se da cuenta de que no tiene nada que contar y además no sabe escribir".
Malkovich tiene muy buenos recuerdos de cuando hace cinco años hizo su debú como realizador en el Festival de San Sebastián con Pasos de baile, junto a Javier Bardem, con el que disfrutó de lo lindo y con el que lamenta no haber coincidido en esta ocasión. "Siempre he pensado que Javier Bardem es el joven actor con más talento del momento. No me extraña nada lo que está sucediendo con su carrera. Se merecía hace años el Oscar", explica el intérprete norteamericano, dos veces candidato al gran premio de Hollywood, por En un lugar en el corazón (Robert Benton) y En la línea del fuego (Wolfgang Petersen). "Pero el mundo ha cambiado mucho", reflexiona Malkovich, "ahora no se respeta la intimidad. Hay actores, como Javier, que buscan su intimidad, pero que les resulta muy difícil. Hay muchas personas que no lo entienden y otras que sí lo entienden pero que no les interesa respetarla porque se saca mucho dinero de ello".
No dice nada sobre si está dispuesto a continuar su carrera como director. De momento, le espera el estreno de Changeling, en la que ha trabajado a las órdenes de Clint Eastwood, un "tipo al que le ha ayudado su dilatada carrera y experiencia como actor a la hora de dirigir". "Creo que es más fácil para los actores convertirse en realizadores que al revés".
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