Cine, periodismo, "malentendidos" y "aguas fecales"
Bardem critica a quienes "se empeñan en enseñar la sangre y morder la carne"
Todo en orden y todo normal en el septiembre donostiarra: el público abarrotando las salas -igual da que pasen una de Banderas que una bielorrusa, y eso es bueno para cualquier festival-, las gaviotas volando bajo amenazando lluvia, los críticos de cine ejerciendo su libertad de magisterio -aunque los trasnochados guardianes de la pureza se ofusquen tanto-, el mundillo desgranando sin pausa el caso Bardem, con comunicados de apoyo al actor y runrunes en la sombra incluidos... y el propio Bardem irrumpiendo como un ciclón ante el micrófono para ofrecer su definitivo balance de lo ocurrido tras su entrevista napalm en The New York Times: "Es curioso ver el empeño de tantos medios de comunicación de este país en enseñar la sangre y en morder la carne".
Woody Allen deja entrever que hará películas hasta que se muera
Bardem, que hoy recibirá en San Sebastián de manos del ministro de Cultura, César Antonio Molina, el Premio Nacional de Cinematografía, lamentó en un tono airado que los medios españoles no hubieran mostrado el mismo empeño en difundir el posterior comunicado de la periodista estadounidense que le entrevistó, y que según él dejaba bien clarito que él no había llamado "estúpidos" a los españoles en general..., sino sólo a sus detractores tradicionales.
El protagonista de Vicky Cristina Barcelona prosiguió con su muy poética, personal e intransferible interpretación de lo ocurrido: "Todo esto tiene que ver con la siguiente imagen", dijo: "Estoy en un río con mi barquita, de camino a la investigación de mi arte y de mi oficio; al lado, hay un canal de aguas fecales donde se vierte todo tipo de cosas que supuestamente he dicho..., pero yo de ese canal sólo recibo los efluvios, y sigo con mi caminito, porque es lo mejor que sé hacer". También dijo Bardem que, ante la actual crisis económica, "haría falta más gente rompiendo farolas", en alusión a Santa, su personaje de la película Los lunes al sol.
A su lado, Woody Allen, que compartía con él la rueda de prensa, permanecía impertérrito como una gárgola de piedra con los ojos como huevos mientras escuchaba la traducción simultánea.
Un Woody Allen, por cierto, que reeditó sus deseos de volver a rodar en España: "En Barcelona, en San Sebastián o en Oviedo... porque la parte buena de todo esto es que a mi familia y a mí nos encantaría vivir otra temporadita en cualquiera de esas ciudades". Y así será con toda probabilidad: el más genial gafapasta del cine mundial tiene ya comprometidas tres películas españolas.
Alguien lanzó al director de Vicky Cristina Barcelona un bienintencionado aunque explosivo "pero ¿usted por qué no se retira?, ¿por qué seguir haciendo películas?". Y Allen se quitó los cascos y entonó esta impagable definición del oficio de cineasta: "Oh, no sabría qué hacer si no hiciese películas. Te vas a casa, te sientas una temporada, se te ocurre una idea, te pones a escribir, y así siempre, y luego, un día te caes muerto y ya no haces más películas". Y añadió: "¿Por qué sigo haciendo cine? ¿Y por qué no? Hago una película al año, lo que puede parecer mucho, pero no es tanto, de hecho, es muy poco. Mucha gente tiene problemas para encontrar financiación y hace una película cada tres años; pero si trabajas de forma económica, como yo, encuentras financiación fácilmente".
Woody Allen también dijo que sigue teniendo "la misma mala leche de siempre", que "odiaría contemplar la vida sin amor y sexo" y que el público de Europa "acepta mejor que el estadounidense a los cineastas que trabajan artísticamente".
Consulta el blog de Jordi Minguell
Babelia
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