Ópera para romper las cadenas
En Aix-en-Provence, Peter Sellars convierte 'Zaide', obra inacabada de Mozart, en una denuncia contra las formas de explotación social en nuestros días
Mozart sigue vivo en Aix-en-Provence. Dos óperas suyas figuran en el programa de la 60ª edición de un festival que nació con la intención de recuperar la normalidad cultural en Francia desde el teatro lírico después de los estragos de la II Guerra Mundial, en paralelo con Aviñón desde el teatro o Cannes desde el cine.
Zaide, que nunca se había representado en Aix, se ha estrenado en este festival como una denuncia contra la esclavitud de nuestros días por voluntad del estadounidense Peter Sellars. Por su parte, Così fan tutte, la primera ópera representada en la cita lírica de la ciudad provenzal en 1948, se representará a partir del viernes en una nueva producción, con el debut en la ópera del cineasta iraní Abbas Kiarostami.
La propuesta de Sellars para Zaide es sorprendente. Utiliza la ópera inacabada de Mozart, complementada con unos interludios de Thamos, rey de Egipto, para trazar un diálogo de razas y culturas, en la línea de Los niños de Herakles -que estrenó en un colegio de la comunidad kurda de Gelsenkirchen, en plena cuenca alemana del Ruhr, hace unos años-. Pero Sellars va mucho más lejos en su intencionalidad.
De entrada, la escenografía de George Tsipin para Zaide consiste en una especie de fábrica de confección clandestina, donde duermen por las noches los esclavos modernos: emigrantes de mano de obra barata, mujeres de las que se puede abusar sexualmente... Los cantantes son de raza negra, mayoritariamente americanos, aunque uno de ellos, Sean Panikkar (Gomatz) tiene sus orígenes en Sri Lanka. La única cantante blanca, Ekaterina Lekhina (Zaide), nació en Rusia. Casi todos han salido del programa de desarrollo de jóvenes artistas del Metropolitan de Nueva York.
Pero lo más sorprendente en el montaje de Sellars es la presencia del coro Ibn Zaydoun, integrado por jóvenes de barrios marginales de Aix, sin experiencia previa en el canto, y procedentes de diferentes asociaciones o institutos. Algunos de ellos hacen vida en la calle. Se han comprometido a un doble proyecto de iniciación al canto clásico árabe y a la música clásica contemporánea a través de la ópera Zaide. El palestino Moneim Adwan, originario de la franja de Gaza, ha tomado las riendas de esta iniciativa, además de participar en un ciclo sobre Músicas del Mediterráneo, al que también ha sido invitado el cantaor Arcángel (por primera vez en su historia hay un recital de flamenco en el festival) y la comunidad gitana de Aix.
Mozart lo admite todo. Su música sirve de fondo a una concepción de la ópera que va más lejos de lo que se hace en los circuitos habituales. En el foso está la Camerata de Salzburgo y en la dirección musical se sitúa el francés Louis Langrée.
Anteayer, la ópera se retransmitió en directo en pantalla gigante en una plaza céntrica de Aix, con introducción del propio Peter Sellars. Además, una serie de coloquios bajo el lema Para acabar con la esclavitud se celebra estos días en el Instituto de Estudios Políticos de Aix-en-Provence. También se están preparando para las próximas semanas unos diálogos interculturales con el Festival de Teatro de Avignon. Música y palabra, unidas. Y Mozart, como siempre, en el centro de todas las movidas.
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