_
_
_
_
Crisis en Zimbabue

Tortura en campos de reeducación

Miles de opositores han sido obligados a pasar por cientos de instalaciones escolares donde los partidarios de Mugabe queman y mutilan a sus víctimas

Zimbabue fue hasta hace poco un país. Ahora parece un gran campo de reeducación. Cientos de centros escolares son utilizados para encerrar y torturar a miles de opositores al presidente Robert Mugabe. Los veteranos de guerra, la policía y las agresivas milicias progubernamentales son los dueños de las calles.

El país está en ruinas y no sólo por el caos económico. Se respira terror
"Todo el mundo sabe dónde están estos campos terribles". dice un diplomático
Algunos cadáveres aparecieron con la lengua y los labios cortados
Más información
Zimbabue vota bajo amenazas
La ONU lamenta la segunda vuelta de las elecciones en Zimbabue
Mugabe se apresta a jurar como presidente el domingo, según fuentes gubernamentales

Las organizaciones de derechos humanos han identificado centenares de "campos de reeducación", por los que han pasado decenas de miles de opositores -o sospechosos de serlo- en estos tres meses. Entre 90 y 500 personas, según diversas ONG han fallecido; algunos opositores han sido brutalmente mutilados o quemados, ante la connivencia -cuando no el aliento- de las autoridades. Cerca de 200.000 personas han acabado huyendo de casa para salvar la piel. El país está en ruinas y no sólo por el colapso económico. Se respira terror.

"Todo el mundo sabe dónde están estos campos terribles. En Harare hay unos cuantos, la mayoría, en instalaciones escolares. Las milicias han hecho lo que han querido", explica un diplomático occidental, quien añade: "Las detenciones son continuas y los abusos quedan impunes".

Toda la cúpula del opositor Movimiento para el Cambio Democrático (MDC, en inglés) ha sufrido la ola represora: el líder, Morgan Tsvangirai, ha sido detenido cinco veces en las últimas semanas y al final optó por retirarse de la carrera y refugiarse -dos veces- en la Embajada de Holanda. El secretario general, Tendai Biti, pasó dos semanas en la cárcel y ahora está en libertad bajo fianza, pero acusado de "traición", con lo que puede ser condenado a muerte. La casa del alcalde de Harare fue saqueada y quemada y su esposa, raptada, mutilada y asesinada.

La campaña de violencia sistemática ha sido planificada hasta el último detalle por el búnker del gubernamental ZANU-PF, el partido de Mugabe. Una vez repuestos de la estupefacción inicial por la derrota de marzo, los duros arrinconaron a los aperturistas y pusieron en marcha la Operación Makavhoterapapi, que en shona significa: "¿Dónde pusiste la cruz?". El objetivo: detectar a los que pusieron "la cruz" equivocada -votaron al MDC- y generar un entorno de terror que hiciera imposible una nueva derrota electoral de Mugabe en la segunda vuelta. Los miles que se registraron en la primera vuelta como observadores independientes o agentes electorales de la oposición creyendo que la democracia iba en serio fueron las primeras víctimas.

Al frente del dispositivo se colocó al Comité de Operaciones Unificadas (JOC), que agrupa a los altos mandos militares y policiales. Y como director, a Emmerson Mnangagwa, de 65 años, el más firme candidato a relevar algún día a Mugabe. Mnangagwa y al menos dos de sus compañeros del JOC ya dirigieron en los años ochenta las terribles masacres de opositores en Matabeleland, cuya capital es Bulawayo, que causaron más de 20.000 muertes.

Las ONG -locales e internacionales: Human Rights Watch, Asociación de Médicos para los Derechos Humanos, Centro para la Paz y la Solidaridad, etcétera- han documentado más de 1.500 ataques con extrema violencia o tortura y la creación de un centenar de "campos de reeducación". La violencia se ha cebado sobre todo en Mashonaland, Manicaland y Masvingo, zonas rurales hasta hace poco bastiones de Mugabe que en marzo escaparon de su control.

Algunas víctimas han relatado sus pasos por los "campos de reeducación" a las ONG: a todas, las milicias las fueron a buscar a casa y les retuvieron en algún caso durante días: "Me acusaban de haber vendido el país a los blancos y decían que nos iban a limpiar porque nuestro país no puede regalarse", explica un hombre de 32 años. Otro: "Me estuvieron pegando durante una hora y luego dijeron: 'Ahora estás bautizado; tus pecados han sido perdonados".

Alguna de estas reuniones llegó a encerrar a 70 personas simultáneamente, de las que seis murieron como consecuencia de las torturas. La violencia, coinciden las ONG, supera cualquier ola posterior a 1990 y también el nivel de brutalidad: algunos han sido apaleados hasta la muerte; otros, quemados vivos. Y algunos cadáveres, sostiene HWR, han sido encontrados con las lenguas y los labios cortados. "Los actos de terror que se han perpetrado son el preludio de todo politicidio o genocidio", concluye Genodice Watch, con sede en Washington.

Robert Mugabe, momentos antes de votar ayer en un colegio electoral de Harare.
Robert Mugabe, momentos antes de votar ayer en un colegio electoral de Harare.EFE

Sanciones

- La Unión Europea prohibió en 2002 la entrada al presidente Robert Mugabe y a 19 de sus altos cargos. Ahora, esa lista incluye a 100 personas. Además, se han congelado los activos y las cuentas que todos ellos tienen en territorio europeo.

- Estados Unidos impuso sus primeras sanciones en marzo de 2003 y luego las extendió a un total de 250 personas acusadas de vulnerar la democracia.

Los estadounidenses tienen prohibido realizar transacciones económicas con esas 250 personas.

- Embargos. La UE mantiene un embargo sobre la venta de armas, mientras EE UU ha prohibido cualquier transacción relacionada con los servicios de defensa.

- Aislamiento. Zimbabue está fuera de la Commonwealth desde 2003. El Fondo Monetario Internacional suspendió la asistencia técnica para el país africano en 2002.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_