La situación de las cooperativas ante la crisis
Son noticia constante durante estos días las manifestaciones de la crisis económica actual: la huelga de los transportistas, las manifestaciones de los pescadores y agricultores, la solicitud de medidas urgentes desde las patronales de la construcción, la escalada del Euríbor y del precio del petróleo. Es evidente que estamos ante un nuevo ciclo económico provocado por una crisis que tiene como principales causas, entre otras, el pinchazo de la burbuja inmobiliaria y su fuerte impacto en otros sectores económicos, incluido el bancario, el incremento del precio del petróleo por la aparición de los grandes mercados emergentes (China e India principalmente) y las fuertes tendencias inflacionistas.
La crisis se va a llevar por delante a quienes sólo se han dedicado a hacer caja
Las cooperativas disponen ahora de fondos ante la nueva coyuntura
Esta crisis, como otras anteriores que ha habido, incorporará junto con sus efectos negativos -previsiblemente serán serios, ya que puede llevar al desempleo a miles de trabajadores- aspectos que pueden ser positivos, en la medida en que provocará un reajuste estructural del mercado, castigando o incluso expulsando del mismo a aquellas empresas que en este largo periodo de catorce años de prosperidad que hemos vivido, con una expansión continuada, se han dejado llevar por la ola de bonanza, haciendo caja exclusivamente, y han dejando a un lado esfuerzos inversores en maquinaria, investigación y desarrollo (I+D), internacionalización o formación integral de sus recursos humanos.
En este proceso de saneamiento del mercado y de la economía, estoy convencido de que las cooperativas vascas, en términos generales, van a salir fortalecidas. Así ha sucedido en crisis anteriores, que se han superado creando empleo, yendo afortunadamente a contracorriente de los avatares y del rumbo generalizado de destrucción de empleo y desaparición de empresas que suelen acompañar a estos periodos de reajuste.
Espero que en esta ocasión suceda lo mismo y que seamos capaces de darle la vuelta a una situación en principio adversa, pero no como producto del azar. Al contrario, en los últimos años de bonanza económica, las cooperativas vascas han adoptado importantes medidas estratégicas de inversión a medio y largo plazo, sembrando las condiciones que están germinando en procesos de desarrollo sin precedentes.
En materia de internacionalización, en los últimos años han sido muchas las cooperativas que han abierto plantas productivas en el exterior. Países como México, Brasil, China, Polonia, Chequia y Eslovaquia, Marruecos, Francia, Rusia, India o Irán son algunos de ellos.
En lo referente a I+D, el esfuerzo inversor ha sido enorme, con la creación de diversos centros de innovación especializados en sectores de actividad concretos, que están diseñando nuevos productos y servicios y mejorando los actuales, para atender a una demanda con alto valor añadido. Además, se están realizando los estudios de prospección necesarios para incorporar nuevas cooperativas a los pocos sectores de actividad en los que el cooperativismo vasco aún no está presente.
Las organizaciones del Movimiento Cooperativo Vasco han apostado de forma decidida por promover la creación de nuevas cooperativas en Euskadi, que ensanchen y enriquezcan aún más este modelo. Para ello se han tomado decisiones estratégicas tales como la creación de la Sociedad para la Promoción de cooperativas Elkar-Lan S. Coop., la Sociedad de Promoción de Mondragón o el proyecto de ley de Pequeñas Cooperativas de Euskadi, que esperamos sea aprobada por el Parlamento vasco este mismo mes de junio.
Merece destacarse también la costumbre arraigada en la mayoría de las cooperativas vascas de una cierta dimensión, de capitalizar el conjunto de los resultados anuales, dejando los socios de llevarse a su bolsillo dichos resultados para incorporarlos a los recursos propios de la cooperativa, fortaleciendo de esta forma su estructura económica-financiera. Esta práctica se ha mantenido en los últimos años de bonanza, lo que nos permite ahora disponer de fondos económicos suficientes para encarar la nueva coyuntura.
Para terminar, ha sido, es y seguirá siendo una de nuestras principales fortalezas el principio de intercooperación cooperativa, en virtud de la cual hemos creado fondos comunes, en previsión precisamente de que las coyunturas no siempre son favorables para todos. Estos fondos a veces juegan el papel de fondos de desarrollo y en otros de fondos de resistencia y solidaridad, y son en gran medida la clave de que las cooperativas tengan una esperanza de vida superior a las empresas con otras formas jurídicas.
Creo, por lo tanto, que el cooperativismo vasco no sólo logrará superar con dignidad esta crisis, sino que saldrá fortalecido de la misma.
Patxi Ormazabal es presidente de la Confederación de Cooperativas de Euskadi.
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