Los agricultores argentinos rompen la tregua
Los agricultores argentinos decidieron ayer la reanudación de las protestas contra la subida del impuesto a la exportación de soja, después de un mes de tregua que le habían concedido al Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner para negociar. Sin embargo, esta vez no volverán a cortar las carreteras para impedir el paso de camiones con alimentos, sino que se manifestarán en los márgenes de las vías. La idea de los dirigentes rurales es evitar que se repita el desabastecimiento de carne, leche y verduras que provocó la huelga que organizaron durante tres semanas de marzo, y de este modo seguir conversando con el Gobierno.
"Hoy empezamos otra forma de protesta, declarando la alerta y movilización en todo el país", declaró el presidente de la Federación Agraria Argentina (pequeños agricultores), Eduardo Buzzi, al anunciar el final de la tregua tras una reunión con los jefes de las otras tres entidades del campo (representan desde grandes ganaderos hasta cooperativas).
Las protestas se realizarán sin cortar el tráfico en las carreteras
Buzzi aclaró que los agricultores mantienen "la voluntad y vocación de que se pueda seguir discutiendo" con el Gobierno, ya que el miércoles pasado llegaron a un primer acuerdo para reanudar las suspendidas exportaciones de carne vacuna y trigo, y dijo que no quieren "confrontar con la sociedad", por lo que no interrumpirán el tránsito. Las manifestaciones comenzaron ayer, pero hoy se multiplicarán. "La comercialización [de granos y ganado] está circunscrita a las compras y ventas de lo que es estrictamente necesario", advirtió.
El conflicto entre el Gobierno argentino y los agricultores se desató el 11 de marzo, cuando el entonces ministro de Economía, Martín Lousteau, anunció el alza de impuesto a la exportación de soja, el principal cultivo de Argentina cuyo precio no ha dejado de subir en medio de la crisis mundial de alimentos. A partir de entonces, las cuatro entidades rurales, pese a que representan intereses diversos, se unieron en una huelga en la que no sólo se cortaron las carreteras, sino que se interrumpió la cosecha y la comercialización de granos y carnes. El conflicto rural provocó una fuerte tensión política y la presidenta de Argentina pidió a los agricultores que dejaran de desabastecer el mercado como condición para dialogar. El 2 de abril se interrumpieron las protestas. En medio de negociaciones infructuosas, Lousteau renunció como ministro hace una semana.
Finalmente, el jefe del Gabinete de Ministros, Alberto Fernández, aceptó el miércoles que el Gobierno volviera a permitir las exportaciones de trigo y carne vacuna, que habían sido suspendidas para asegurar el abastecimiento interno a precios más bajos que los internacionales. Además, aumentará el subsidio a las ventas de trigo al mercado interno. Fernández también les prometió a los presidentes de las entidades agrícolas discutir el próximo martes del principal problema que desató el conflicto: el impuesto a la soja.
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