El aceite de girasol
Parece que ha pasado el episodio del aceite de girasol mezclado con algún aceite no comestible, procedente de Ucrania, pero de este incidente y otros me quedan dos inquietudes.
Una, que los organismos de España que deben velar porque los alimentos que llegan a nuestros mercados no contienen sustancias nocivas y sean aptos para el consumo, en contadas ocasiones detectan este tipo de fraudes o anomalías, de forma que casi siempre lo hacen otros países de nuestro entorno. Ya sea en alimentos que proceden de terceros países o de los nuestros que son exportados a Europa.
Y otra, que debería ser obligatorio que en todos los alimentos pudiera saber el consumidor de dónde procede. Yo quiero saber el origen de los alimentos que adquiero y poder decidir lo que compro. Seguramente, la normativa actual obliga en algunos casos a que figure en el envase el origen del contenido, por ejemplo en conservas vegetales. Aunque en la mayoría de los casos hay que llevarse una lupa al supermercado para encontrar la procedencia. Así ocurre de un tiempo a esta parte con los espárragos blancos, casi todos de China, o las alcachofas, casi todas de Perú. Quizás sean los mejores, pero a mí me gustaría encontrar fácilmente unos que sean de Navarra o de Jaén y poder decidir lo que compro.
En el aceite se dice que está envasado en Almería, en Córdoba o en Tarragona. Pero, ¿de dónde procede el contenido? ¿Está mezclado parte de un sitio y parte de otro? En todos los alimentos debería ser básica esta información y aparecer claramente visible.
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