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LAS BURBUJAS DEL GLOBO

Afrancesados de mayo

No sé cómo acabarán estas numerosas celebraciones del levantamiento popular del Dos de Mayo contra las tropas de Napoleón, pero la maldita coincidencia con el 40º aniversario de la revolución de Mayo del 68, hito fundador de la progresía española, mucho me temo que signifique el final definitivo de la larga y profunda influencia de la figura del afrancesado en nuestra cultura. Porque si tenemos en cuenta que el 200º aniversario de la Guerra de la Independencia se está celebrando aquí dentro desde un clima beligerante de patriotismo primitivo, incluso xenofobia, exento de cualquier posible matiz ilustrado ("todos contra el francés invasor y sus colaboracionistas"), y que la mayor parte de las reflexiones actuales sobre Mayo del 68 no son más que revisiones "neo-reac" (neo-reaccionarias) de los sucesos del mayo de París, pues los afrancesados españoles, si todavía los hubiera o hubiese, lo tenemos francamente jodido, y por partida doble.

Acabo de darme una vuelta por los escaparates de París, sección ensayos y filosofías, y cuarenta años después de aquel mayo francés que entonces, o sobre todo, produjo tanta literatura utópica por lo que el gran Barthes llamó en su día, a la mañana siguiente, "la prise de la Parole", y como tal quedó inmortalizada la primera revuelta juvenil de Europa, compruebo pasmado que no ha decaído el interés lector por la actual avalancha de ensayos franceses sobre el 68, aunque de ningún modo se trata esta vez de celebraciones nostálgicas sobre lo que pudo haber sido y no fue, sino que ocurre exactamente todo lo contrario. Cientos de ensayos y teorías revisionistas neo-reac sobre las fiebres de mayo que, por lo visto, ahora mismo están siendo interpretadas con idéntico espíritu anti-ilustrado que nuestras celebraciones patrióticas del bicentenario del Dos de Mayo.

Aquella espontánea y breve prise de la Parole de hace cuarenta mayos ocupa los escaparates de París, sí, pero sin pizca de nostalgia progre y para decirnos esta vez con inconfundible prosodia neoliberal que, miren ustedes, lo del mayo parisino fue un error monumental y las utopías y las teorías ideológicas, vengan de donde vengan, al final de la escapada juvenil sólo conducen al terror, como la Revolución Francesa propiamente dicha. Y como prueba ahí está el nuevo y muy revisionista ensayismo francés sobre el 68 firmado por eminentes trotskistas transformados en subsecretarios de Estado, anarquistas reconvertidos en ecologistas, maoístas radicales en la corte de Carla Bruni o novísimos filósofos que ahora le echan la culpa de todos nuestros males, sin excepción ni sutileza, a los excesos ideológicos de la Ilustración.

París es una ciudad estupenda y bien vale una misa, sobre todo en primavera, pero los afrancesados españoles no estamos preparados para disfrutar de los placeres de la ciudad con esos escaparates en los que, de la noche a la mañana y por influencia directa y machacona del emperador Sarkozy ("Mayo del 68 fue el gran error") y del papa Ratzinger ("la Ilustración es el pecado original"), emiten un tufillo anti-ilustrado que tanto nos recuerda las actuales celebraciones del bicentenario de aquel otro mayo.

Lo diré brutalmente: si los escaparates de París sólo ofrecen revisiones neo-reac plagiadas sin descaro de los neocon norteamericanos, y si los nuevos ensayistas franceses no sólo rechazan el Mayo del 68 en su aniversario, sino que al mismo tiempo se dedican a desprestigiar a los pobres afrancesados españoles de nuestro bicentenario del Dos de Mayo con sus actuales críticas a la Ilustración como fuente anticristiana y raíz filosófica de todos los males, pues ya me dirán por qué diablos París bien vale una misa, como hasta ahora, cuando aquí celebramos todos los días solemnes liturgias funerarias en Notre Dame de la Cope contra la progresía del 68 y el espíritu maligno de la Ilustración. Sin brillantes teorías francesas que justifiquen el aniversario del 68 y encima con sus admirados intelectuales a la altura neo-reac de Pío Moa o Federico Jiménez Losantos en cuanto críticas a la Ilustración y defensa de los valores cristianos, pues París ya no merece un vuelo low cost.

Ahora bien, ¿podemos ser afrancesados sin el ensayismo francés? Hagamos un último esfuerzo utópico. Olvidémonos por completo de París y recordemos que siempre hubo en cuestión de mayos y ensayos dos grandes teorías del 68: la que sostiene que en la calles parisinas en definitiva no ocurrió nada nuevo, excepto aquella espontánea prise de la Parole a base de grafittis, eslóganes, pareados y ensayos, y la que defiende que la verdadera revolución juvenil del 68, la que cambió el globo, jamás ocurrió en las calles de París, sino en los campus de California, y sobre todo fue la prise de la Musique.

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