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Entrevista:CAFÉ CON... GRACIELA JINICH

"Démonos prisa. En 10 años no habrá víctimas de Hitler"

Jorge Marirrodriga

"En realidad soy una profesora de matemáticas que hace 20 años cambió de vocación". Sentada en un café de un gran centro comercial de la avenida Corrientes de Buenos Aires, Graciela Jinich, porteña de 57 años, transmite la energía de quienes se han abierto paso a pesar de las dificultades. En unos minutos responde a las constantes llamadas en su móvil o convierte la mesa en un panel improvisado lleno de documentos. Es una de las mayores expertas de Suramérica en discriminación y trabaja para evitar que se repita una de las mayores tragedias de la humanidad. Jinich es la directora del Museo del Holocausto de Buenos Aires, la única mujer que dirige una institución así en Suramérica.

Ayudó a Spielberg a reunir cientos de testimonios del Holocausto

"Me hago un lío con las tarjetas", confiesa mientras extiende la que la identifica como representante regional del proyecto de Steven Spielberg para filmar todos los testimonios posibles de supervivientes del exterminio nazi. El director tuvo la idea mientras rodaba La lista de Schindler y buscó colaboradores en todo el mundo. Jinich conocía a unos 70 supervivientes y organizó una cadena de mensajes con la que finalmente consiguió más de 1.000 testimonios de Argentina, Uruguay, Perú y Chile. "Y hay víctimas que todavía no han podido hablar de lo que vivieron o que no soportan el olor de la carne quemada, por ejemplo, en una parrilla". Era y es una carrera contra el tiempo, porque los años se van llevando a las víctimas. "En 10 años no quedará nadie que pueda hablar como testimonio directo. ¿Qué pasará entonces?", se pregunta.

Los 52.000 relatos de víctimas recogidos por todo el mundo en formato digital -con más de 100.000 horas de grabación- sirven, a través de la Fundación Shoá, para elaborar documentales y material educativo que explica en primera persona lo sucedido en guetos y campos de exterminio.

Los cafés a duras penas tienen su espacio sobre la mesa entre papeles, informes y publicaciones. Mientras con una mano atiende mensajes y llamadas, con la otra saluda a todo el mundo, desde guardias de seguridad a dependientes y camareros. "Esto es como el cuarto de estar de mi casa", revela. Su sonrisa se difumina cuando recuerda la historia de sus parientes que quedaron en Europa después de que sus abuelos llegaran de Polonia a Argentina a finales de los años veinte. "La verdad es que yo misma la desconocía hasta que comencé a estudiar a fondo el Holocausto". Sus bisabuelos eran panaderos en un pueblecito. Un día, los soldados alemanes se presentaron en la panadería, les hicieron subir a la terraza y directamente les arrojaron desde allí. Pensaban que ni siquiera merecía la pena gastar balas para matar judíos. Ellos forman parte de sus 60 familiares que fueron asesinados por los nazis.

Tal vez por ello, para esta mujer en un mundo de hombres, casi tan importante como recordar es educar. El Museo de Buenos Aires elabora materiales con destino a las escuelas e imparte charlas no sólo a colegios, sino a instituciones como la Policía Federal argentina o a adolescentes criminales. "Hay momentos que de verdad son muy reconfortantes", señala. Uno: cuando recibió el pasaporte con el que Adolf Eichmann, organizador del exterminio, entró en Argentina. Otro: cuando un superviviente le regaló un caramelo con una frase: "Para que pases un día dulce".

Dolce Café Buenos Aires

- Un café americano: 7 pesos- Un capuchino: 9,90 pesosTotal: 16,90 pesos (3,90 euros)

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Sobre la firma

Jorge Marirrodriga
Doctor en Comunicación por la Universidad San Pablo CEU y licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra. Tras ejercer en Italia y Bélgica en 1996 se incorporó a EL PAÍS. Ha sido enviado especial a Kosovo, Gaza, Irak y Afganistán. Entre 2004 y 2008 fue corresponsal en Buenos Aires. Desde 2014 es editorialista especializado internacional.

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