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Crisis andina

Bogotá denuncia una 'pinza bolivariana'

De agresor a agredido. Si hasta hace dos días Colombia ofrecía excusas a Ecuador por haber violado su territorio en una operación militar contra una base de la guerrilla colombiana, ahora el Gobierno de Álvaro Uribe exige explicaciones a su vecino del sur por su complicidad con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), consideradas internacionalmente como organización terrorista.

La aproximación de Correa a las FARC ha sido un jarro de agua fría para Bogotá
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Los documentos de los ordenadores incautados a Raúl Reyes, número dos del grupo armado, abatido en la incursión, dejan en evidencia no sólo que las FARC han encontrado santuarios perfectos en Venezuela y Ecuador, sino que además los presidentes de ambos países, Hugo Chávez y Rafael Correa, consideran a la vieja guerrilla marxista como un aliado en su proyecto ideológico-político regional.

Pieza esencial de esa estrategia son los rehenes de las FARC, que la guerrilla utiliza para lograr la desmilitarización de dos provincias y la excarcelación de 500 guerrilleros. Se trata de "mantener la bandera en alto del intercambio para armarle un problema interno y externo a Uribe", señala en un correo del 22 de septiembre de 2007 el Mono Jojoy, jefe militar de la guerrilla. Para ello impulsan una cumbre en Colombia con los presidentes de Nicaragua, Bolivia y Ecuador, "que son patria y muerte con Chávez", y, a ser posible, con otros jefes de Estado. "Ustedes verán la que se arma. Si el Gobierno se niega, pierde, y si acepta, también".

En ese mismo correo el Mono Jojoy sugiere que Chávez siga con su labor humanitaria "e interese a otros gobiernos del continente". "Con ello gana en su proyecto geopolítico, y nosotros, sin que lo digan, vamos ganando reconocimiento como fuerza beligerante". Chávez pidió ese estatuto para las FARC tras la liberación, en enero, de Clara Rojas y Consuelo Perdomo.

Sin embargo, han sorprendido más y caído como un jarro de agua fría en Bogotá las jugadas de aproximación a las FARC por parte de Ecuador. El presidente ecuatoriano, Rafael Correa, ha justificado las dos entrevistas de su ministro del Interior, Gustavo Larrea, con Raúl Reyes como gestiones con "fines humanitarios", algo que no acaba de sostenerse a la luz de los comunicados internos de la guerrilla. Tras garantizarle a Reyes las credenciales socialistas de su Gobierno, Larrea le asegura que están dispuestos a contrarrestar el Plan Colombia contra el narcotráfico y "denunciar las fumigaciones" de las plantaciones de amapola, a organizar conjuntamente con las FARC el adoctrinamiento ideológico de las poblaciones fronterizas y a "cambiar mandos de la fuerza pública de comportamiento hostil", según las actas redactadas por el jefe guerrillero.

¿Y todo ello por qué? "Tienen claro que Uribe representa los intereses de la Casa Blanca, las multinacionales y las oligarquías, lo consideran peligroso para la región", escribe Reyes.

Las revelaciones son un duro golpe para el presidente colombiano, que se había esforzado por mantener una buena relación con su homólogo ecuatoriano. Fue, incluso, el único mandatario presente en la apertura de la Asamblea Constituyente promovida por Correa. Correa, dicen las autoridades colombianas, ha quedado desenmascarado. El ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, afirmó: "Estamos ganando la guerra. Pero con dos vecinos que abren la puerta a los terroristas, esta lucha por la paz de los colombianos se va a dificultar enormemente".

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