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El peronismo se apodera de la política argentina

El matrimonio Kirchner maniobra para crear un partido hegemónico

Jorge Marirrodriga

Escasas horas antes de ceder la presidencia de Argentina a su mujer el pasado octubre, Néstor Kirchner bromeó diciendo que se dedicaría a "un café literario", pero lo que ha hecho es poner en marcha una revolución en el Partido Justicialista (PJ), el mismo que fundó Juan Domingo Perón en 1946, que de tener éxito convertirá al peronismo en la fuerza hegemónica en Argentina con apenas una oposición testimonial.

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El PJ lleva varios años intervenido por la Justicia, ante el caos interno reinante que ha impedido elegir órganos de dirección. Durante su presidencia entre 2003 y 2007, Kirchner no le prestó gran atención. Es más, puso en pie una formación paralela, el Frente para la Victoria (FPV), que le llevó a él y luego a su mujer, Cristina Fernández, hasta la Casa Rosada e incluso empleó despectivamente la expresión pejotismo. Para el mandatario, la prioridad después de la catástrofe de 2001 era la reconstrucción económica. Lograda ésta -el país sigue creciendo en torno al 9%-, los Kirchner han iniciado el siguiente paso en el modelo de país que propugnan. Y es el turno del PJ.

Desde un despacho en Puerto Madero -un lujoso complejo de oficinas, viviendas y puerto deportivo a escasos metros de la Casa Rosada-, Kirchner ha comenzado a organizar el partido más poderoso de Argentina con la vista puesta en un congreso en marzo y en unas elecciones internas que se celebrarán en junio. Él será el presidente del PJ, una formación que según sus propias palabras será "de centro progresista" opuesta a "la derecha y el liberalismo" y repartirá el poder entre cinco vicepresidencias.

Pero lo que ha convulsionado el panorama político argentino es que el primer movimiento de Kirchner ha sido alcanzar un inesperado acuerdo con Roberto Lavagna, su ex ministro de Economía a quien expulsó del Gobierno en 2005. Lavagna, centro-derechista, acudió a las elecciones presidenciales del pasado octubre apoyado por el rival histórico del peronismo, la Unión Cívica Radical (UCR), con la que consiguió el 16,9% del voto opositor a los Kirchner. Su candidatura dividió a la oposición y a la misma UCR que expulsó de su seno al gobernador de Mendoza, Julio Cobos, candidato a la vicepresidencia con Cristina Fernández.

La jugada del ex presidente ha puesto al borde de la disolución de hecho a la UCR, el único partido junto al peronismo que tiene presencia en todo el territorio nacional. Kirchner nunca ocultó su vocación de crear una gran formación que superara las divisiones tradicionales de la política argentina. Pero lo hace con el mapa electoral sobre la mesa. La oposición actual, a la que deja fuera de su proyecto -el centro-derechista Mauricio Macri, gobernador de la capital federal y la socialcristiana Elisa Carrió-, apenas tiene implantación más allá de algunos centros urbanos. Mientras, el PJ está presente en todo el territorio argentino y en todos los estratos sociales. También controla el frente sindical, cuyas organizaciones ya han reclamado que siente al camionero Hugo Moyano a su lado como uno de los vicepresidentes del PJ. "A Kirchner le preocupan las elecciones del próximo año", destaca el analista Joaquín Morales.

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Sobre la firma

Jorge Marirrodriga
Doctor en Comunicación por la Universidad San Pablo CEU y licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra. Tras ejercer en Italia y Bélgica en 1996 se incorporó a EL PAÍS. Ha sido enviado especial a Kosovo, Gaza, Irak y Afganistán. Entre 2004 y 2008 fue corresponsal en Buenos Aires. Desde 2014 es editorialista especializado internacional.

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