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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Tres negaciones

Zapatero incumple con Cataluña su tercera promesa al paralizar el traspaso de Cercanías

Con Cercanías de Barcelona son ya tres los compromisos incumplidos de Zapatero en Cataluña. No hubo convalidación del Estatuto que salió aprobado del Parlamento catalán en septiembre de 2005, como anunció en un mitin socialista en el Palau Sant Jordi el 13 de noviembre de 2003. El AVE no ha llegado a Barcelona el 21 diciembre de 2007, como subrayaban las vallas publicitarias que, sufragadas por el Gobierno de España, pudieron leer los sufridos y castigados usuarios del ferrocarril de Barcelona. Su promesa de traspasar Cercanías para el presente mes de enero -en respuesta a una pregunta de Duran Lleida, el pasado 3 de julio- también se la ha llevado el viento.

Como en un reloj de arena, esta cadena de incumplimientos va vaciando el depósito de credibilidad de los socialistas en Cataluña a medida que se acercan las elecciones. Y esa comunidad fue decisiva en la victoria de Zapatero de 2004. El caso de Cercanías es especialmente grave porque su traspaso está incluido en el Estatuto de Autonomía en vigor, resultado a su vez del recorte pactado entre Zapatero y Artur Mas, líder de CiU. Con el agravante de que el desencuentro se produzca entre Gobiernos encabezados por partidos hermanos: PSOE y PSC, y que Montilla no ha sido capaz de desactivar.

Los folios presentados por el Gobierno central en la comisión mixta bilateral Estado-Generalitat parecen destinados a evitar el acuerdo, más que a acercar posiciones. ¿Cómo puede traspasarse una competencia sin su financiación? ¿Cómo puede un Gobierno gestionar un servicio si ni siquiera puede nombrar a los directivos? ¿Cómo va la Generalitat a calcular los costes si ni siquiera dispone de capacidad para fijar tarifas?

La Generalitat pretendía en sus primeras propuestas la segregación de Cercanías en Cataluña en una empresa autónoma. Su último documento renunciaba a esa pretensión y aceptaba que el servicio fuera una unidad de negocios dependiente de Renfe y del Ministerio de Fomento. Ni eso le han concedido. Más aún: el Gobierno central señaló en la reunión de anteayer que si en 2010 la liberalización ferroviaria europea no afectaba a Cercanías se reservaba el derecho a mantener la competencia. Es decir, no había traspasado un servicio y ya amenazaba con reclamarlo.

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