Bush llega a Oriente Próximo para dar un impulso al proceso de paz
Israelíes y palestinos inician la negociación de los asuntos clave del conflicto
Adornada Jerusalén con las banderas del gran aliado, el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, aterriza a mediodía de hoy en Tel Aviv para una visita de la que poco puede esperarse, más allá de los consabidos deseos de progreso en la negociación entre israelíes y palestinos que todavía, 13 meses después de su arranque, no han dado fruto.
El presidente se entrevistará por separado con el primer ministro hebreo, Ehud Olmert, y con el presidente palestino, Mahmud Abbas, quienes ayer acordaron iniciar inmediatamente el debate sobre los asuntos fundamentales del conflicto: fronteras, el estatus definitivo de Jerusalén y el destino de los cuatro millones de refugiados palestinos.
Como Bill Clinton, Jimmy Carter y Richard Nixon, Bush también emprende su primera visita a Israel como presidente en los últimos meses de su mandato, después de siete años en los que el inquilino de la Casa Blanca -agobiado por las guerras de Irak y Afganistán y por el programa nuclear iraní- ha mostrado notoria desafección hacia el conflicto más enquistado de Oriente Próximo.
Ahora se trata sólo de un banderazo de salida, tras una decena de reuniones entre Abbas y Olmert y otra decena de visitas a la región de la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, quien sí ha puesto empeño en su misión. No hay convocadas conferencias de prensa multitudinarias. Los representantes israelíes y palestinos prefieren conversaciones privadas y secretas.
La posición inicial de Israel es diáfana: las fronteras del Estado judío serán definidas por el muro de hormigón y la valla metálica que se construye en Cisjordania. Es decir, los tres grandes bloques de asentamientos en territorio ocupado (Maale Adumim, Gush Etzión y Ariel) permanecerían bajo soberanía israelí. Los asesores del primer ministro han reiterado hasta la saciedad que la construcción en estas colonias no se detendrá.
Su compromiso se limita a impedir la confiscación de más tierras palestinas y la construcción de nuevos asentamientos. Ajustarse a la legalidad internacional -las resoluciones de la ONU que exigen desde hace 40 años la retirada del Ejército israelí de Cisjordania y Gaza- no entra en los planes del Gobierno hebreo.
Entre otros motivos, porque cuenta con el respaldo de Washington a los hechos consumados que Israel ha impuesto desde 1967. Hace cuatro años, el presidente estadounidense envió una carta al entonces primer ministro, Ariel Sharon, en la que expresaba que un eventual acuerdo de paz debería tener en cuenta "la nueva realidad demográfica". Si las colonias permanecieran en manos hebreas, sólo habría una salida en el laberinto: el intercambio de territorios con la Autoridad Palestina.
Chocará Olmert, si cumple su compromiso, con un severo escollo: la eliminación de los asentamientos salvajes, ilegales incluso para el Tribunal Supremo israelí, pero nunca desmantelados. La derecha en la oposición y también los partidos extremistas que forman la coalición de Gobierno han manifestado su rechazo frontal a que se destruyan los llamados outposts en Cisjordania, habitados por los judíos más fanáticos. Israel pretende, asimismo, mantener la presencia militar en el valle del río Jordán (Cisjordania) y el control del espacio aéreo y las fronteras de ese eventual Estado árabe.
Los delegados palestinos son menos explícitos, aunque resulta evidente que esas condiciones, especialmente el despliegue de soldados en el Jordán, no son aceptables, puesto que no podría hablarse de un Estado viable. De momento, se limitan a exigir el cumplimiento de las resoluciones de la ONU y se muestran dispuestos al canje de territorios.
Bush volará después a Kuwait, Arabia Saudí, Bahrein, Emiratos Árabes Unidos y Egipto, durante su gira de ocho días. El presidente estadounidense tratará de calmar los temores de esos aliados árabes respecto a la amenaza atómica de Irán. Éste se vislumbra como el auténtico objetivo del largo viaje del mandatario. La parada en Jerusalén y Ramala es sólo una escala obligada. "En ese itinerario no podía excluirse a Israel", señalaba ayer el analista Yoel Marcus.
Heridos tres soldados irlandeses en un atentado en Líbano
Tres soldados irlandeses de la Fuerza Interina de Naciones Unidas para Líbano (FINUL) resultaron heridos leves ayer en una explosión a la entrada de Sidón. Un retraso de unas décimas de segundo al accionar la bomba por control remoto evitó que el vehículo fuera alcanzado de lleno. Ningún grupo se ha responsabilizado del atentado.En un primer momento se creyó que los heridos eran españoles, noticia que el Ministerio de Defensa desmintió. El ataque de ayer careció de la precisión de otro parecido que en julio acabó con la vida de seis militares españoles de la fuerza de la ONU, por lo que los expertos de FINUL creen que los autores pueden ser diferentes, informa Efe.
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