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China suspende la exhibición de películas estadounidenses

Uno de los peores temores de la industria cinematográfica de Estados Unidos se ha hecho realidad: ha perdido temporalmente el mercado chino, unas 3.000 salas cinematográficas, que el año pasado generó unos beneficios de 773 millones de dólares (528,85 millones de euros). Según reconoció el miércoles el secretario de Comercio, Carlos Gutiérrez, China ha dejado de conceder permisos de exhibición a los largometrajes estadounidenses. "Según entendemos, hay una suspensión. Esto ya ha sucedido en el pasado", reconoció Gutiérrez durante la cumbre de comercio entre EE UU y China que se celebró esta semana en la localidad de Xianghe, en las afueras de Pekín.

Hollywood ya lo veía venir. El pasado 8 de diciembre, el actor Will Smith reveló que su último largometraje, Soy leyenda, se estrenaría a finales de mes en Asia, pero que no llegaría a China. El Gobierno chino no ha anunciado ningún cambio oficial de política respecto a EE UU, pero las grandes productoras han visto reiteradamente denegados los permisos solicitados para sus últimas películas. "Hay un bloqueo informal a nuestras producciones", dijo Dan Glickman, presidente ejecutivo de MPA, la asociación de productores de EE UU. Desde esta agrupación dicen tener indicios suficientes para pensar que el bloqueo durará al menos tres meses.

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Los productores interpretan esta restricción como una respuesta callada de Pekín a las últimas denuncias presentadas por Washington contra China ante la Organización Mundial del Comercio (OMC). En los últimos años, la costumbre es que el Gobierno chino permita la emisión de unos 20 títulos extranjeros al año. Además, cada largometraje está sujeto a un exhaustivo análisis por parte del grupo de censores del Estado. Normalmente, el Gobierno chino pone más restricciones a las películas foráneas en épocas vacacionales, como las navidades o el descanso de verano. En esas épocas, en las que los jóvenes acuden al cine con más frecuencia, se aumenta el número de estrenos de producciones propias y se les concede una mayor parte del mercado.

Aun así, en la primera mitad de 2007 los ingresos de taquilla de películas extranjeras alcanzaron los 100 millones de dólares (68,39 millones de euros), frente a los 40 (27 millones de euros) de las producciones propias. Hay casos como el de El código Da Vinci en los que la recaudación era tan abultada que las autoridades interrumpieron su emisión después de tres semanas. Según el diario The New York Times, las dos últimas películas que recibieron autorización fueron El ultimátum de Bourne y La jungla de cristal 4.

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