Un modelo de I+D+i obsoleto
El Gobierno no ha creado todavía la prometida Agencia de Financiación de la Investigación
En inversiones, el Gobierno ha hecho sus deberes. Pero se ha quedado atrás en la reforma del modelo de gestión de la I+D pública. Un modelo obsoleto tras dos décadas de funcionamiento. Este retraso dificulta la eficaz administración de fondos públicos que están irrigando el sistema.
En los últimos dos años, el número de patentes ha amentado un 29%
Las inversiones han aumentado, pero falta por corregir el modelo de gestión
Un informe critica la exigua participación de los científicos en el nuevo Plan I+D
Las empresas hacen ya más innovación de lo que reflejan las estadísticas
En biotecnología, nanología y energías renovables podemos ser punteros
La legislatura va a concluir sin la creación de la prometida Agencia de Financiación de la Investigación (AFI), el elemento estrella destinado a modificar el sistema y a adecuarlo al funcionamiento del Consejo Científico del Consejo Europeo de Investigaciones (ERC). Tampoco acaba de materializarse la transformación del CSIC en agencia, un paso considerado decisivo para que el mayor centro científico y tecnológico español -15.500 personas, la mitad de ellas investigadores, artífices de la mayoría de las patentes españolas- adquiera la flexibilidad que exige la situación.
En un informe elaborado para la Fundación Alternativas, tres responsables del CSIC (Jesús Ávila, biólogo, Premio Nacional de Investigación, Vicente Larraga, director del Centro de Investigaciones Biológicas y Pedro Puigdomenech, director de l'Institut de Biología Molecular de Barcelona), han puesto el acento en "la resistencia pasiva" de los funcionarios de nivel intermedio decididos a no alterar un statu quo manejado por lo que estos investigadores denominan, con ironía, "colegios invisibles de científicos".
Pedro L. Marín, de la Oficina Económica del Presidente del Gobierno, que procede de la comunidad investigadora, no forma parte de esas voces críticas: "A partir del año que viene, racionalizaremos mucho las cosas con el nuevo Plan Nacional de I+D+i (Investigación, Desarrollo e innovación) 2008-20011. El centenar de convocatorias anuales de la Administración General del Estado quedará reducido a menos de una veintena y, además, introduciremos un sistema unificado de información y gestión e implantaremos la ventanilla única telemática", indica.
En el informe de la fundación se critica la escasa participación de los científicos en la elaboración del nuevo Plan Nacional y se propone que la Agencia de Financiación y Evaluación centralice las carreras científicas del personal de la Administración Central y que el director de ese organismo dependa del Parlamento. Pero la gran falla de la investigación española es, sobre todo, la reducida participación del capital privado. ¿Qué hace creer a tantos empresarios que podrán superar la prueba de la globalización, conservar su productividad y competitividad, sin invertir en I+D+i? A las conocidas razones estructurales -más del 95% del parque empresarial está formado por pequeñas y medianas compañías y no hay multinacionales españolas de la química, la electrónica, la farmacia o la automoción-, hay que sumar la escasa tradición investigadora empresarial.
En el país de la cultura televisiva de pelotazos y cotilleo, ¿quién conoce a los jóvenes investigadores Jaume Comís, Óscar Marín, Francesc Pozas, Adriano Camps, Jordi Bascompte, Miguel Ángel del Pozo, galardonados en 2004 con el Premio EURYI (European Young Investigator Awards)?
No obstante, puede que el porcentaje de la participación privada en I+D (47,1%, frente al 60% o 65% de las economías avanzadas) y la pobre presencia española en el listado de las mil empresas europeas que más invierten en investigación no haga justicia al comportamiento real de la empresa privada.
En el ranking de la Comisión Europea, la primera empresa española en aparecer, Telefónica, ocupa el puesto 40; Amadeus Global Travel, el 92, e Indra Sistemas, el 159; por delante de Repsol YPF, Industria de Turbo Propulsores, Almirall, Zeltia y Endesa. Si comparamos las inversiones en I+D de las empresas españolas con las europeas, resulta que mientras la sueca Electrolux destinó en 2006 a I+D+i 203 millones de euros, Fagor Electrodomésticos invirtió 5,99 millones; que mientras la francesa Saint Gobain dedicó 373 millones, ACS gastó 23,3. "El año pasado incrementamos un 20% el gasto en I+D. Las cosas están mejorando", asegura Juan Mulet, director general de Cotec, la fundación para la innovación tecnológica empresarial en la que participan muchas de las sociedades del IBEX 35. "El problema es que en España tenemos grandes bancos, pero no empresas como Siemens, obligadas a invertir en I+D; tenemos a Telefónica, pero no a Nokia. Confiemos en que, además de seguir invirtiendo en investigación y desarrollo, el sector hotelero y las constructoras contribuyan a modernizar nuestro tejido productivo y a crear empresas de alto valor tecnológico", indica.
El caso de España muestra que se puede tener un nivel aceptable en investigación básica y carecer de penetración en la investigación aplicada. "Pensamos mucho en la I grande y muy poco en la D de desarrollo y la i de innovación", destaca José Luis Manzano, consejero delegado de Isofotón, empresa que cuenta con un millar de trabajadores. "Como la normativa de patentes es además compleja, ocurre que cosas que hemos desarrollado en España terminan en manos extranjeras", afirma.
Con todo, el director general de la Asesoría I+D+i, Víctor Tarruella, aprecia un cambio en la mentalidad empresarial, al calor de una política de deducciones fiscales, las más ventajosas de la UE, según él. "Estoy convencido de que están haciendo más desarrollo e innovación de lo que reflejan las estadísticas", afirma. Y alude al aumento de los informes que las empresas dirigen a Industria para acogerse a las deducciones fiscales. Las estadísticas ministeriales prueban que las solicitudes de ayuda sustentadas en informes técnicos motivados se han duplicado entre 2004 y 2006.
Juan Ignacio López Gandasegui, el presidente de Aernova, empresa que con 3.200 empleados, un millar de ellos ingenieros o doctores universitarios, diseña y fabrica componentes de aviones, sugiere establecer un ranking público que asigne a las empresas un nivel de I+D en función de su actividad. "Las empresas españolas trabajamos mucho el subcontrato, fabricamos componentes, pero no el modelo entero que es lo que multiplica la necesidad del I+D", explica. "Deberíamos favorecer la creación de grandes fabricantes de productos terminados y evitar que, como ocurre ahora, las multinacionales compren a las pequeñas y medianas que tienen un buen I+D", agrega López Gandasegui. Aunque los avances logrados por las secciones españolas de las multinacionales acaban siendo desarrollados y registrados en los países matrices de esas firmas, España ha incrementado notablemente su número de patentes: a finales de 2006 contaba con 1.093, el 29% más que en 2004. El problema es que se parte de niveles bajos. A finales de 2006, Alemania tenía registradas 24.867; Francia, 8.010; Holanda, 7.327; Reino Unido, 4.721 e Italia, 4.197.
Desde el observatorio que le presta su función de asesoramiento, Tarruella alerta sobre la necesidad de acabar con la incertidumbre generada en torno al mantenimiento de deducciones y subvenciones a partir de 2010. Por grande que sea el esfuerzo público en pos del objetivo de destinar el 2% de su PIB al I+D en 2010, nada podrá conseguirse sin una mayor implicación del capital privado.
En su informe, Ávila, Larraga y Puigdomenech indican que si el mercado se ha mostrado incapaz de promover una industria innovadora, es preciso que el Gobierno ponga término a la desorientación. El Círculo de Empresarios de Cataluña ha llamado la atención a sus socios sobre la tibieza inversora en I+D. "Hemos perdido la carrera para liderar sectores como el automóvil y la farmacia. Pero hay terrenos, como la biotecnología, la nanociencia, la tecnología de las comunicaciones y de la información, las energías renovables y el cambio climático, en los que todavía podemos aspirar a tener empresas punteras", sostiene Pedro L. Marín.
Larraga hace propuestas sectoriales más concretas. "Habría que crear centros de Domótica (base de la industria de la construcción sólida) y de Biología molecular de plantas (clave en la industria de la alimentación)". Hay terreno y carrera, si todos hacen sus deberes. Empieza el despegue.
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