Medina Azahara, ciudad infinita
El hallazgo de una mezquita revela nuevos datos sobre la urbe de Abderramán III
Fue el boom omeya del ladrillo. Y la mezquita escondida que los trabajos de excavación acaban de sacar a la luz en Medina Azahara es, desde ayer, su máxima expresión arqueológica. Siglo X. Córdoba se llenó de arrabales, de barrios residenciales de nueva construcción. Abderramán convirtió su emirato en califato independiente en 929, con Córdoba como capital. Andaban ya a la gresca suníes (los omeyas que ocupaban la Península) y chiíes (del norte de África). El omeya Abderramán III se independizó y erigió una urbe reflejo de su poder: así nació la ciudad palaciega de Medina Azahara, que comenzó a construirse a finales de la década de los treinta del siglo X a ocho kilómetros de Córdoba.
El hallazgo apunta a que la ciudad era mucho más grande de lo que se creía
Sólo entre un 10% y un 30% de lo que fue la urbe está hoy al descubierto
Sólo un porcentaje reducido -entre un 10% y un 30%- de lo que fue está al descubierto hoy. Se trata de la zona noble: las estancias reales, las administrativas, el rico palacio para los embajadores... Pero rodeando al alcázar se levantó una ciudad amurallada. Es ahí donde los arqueólogos acaban de descubrir la mezquita, una construcción del siglo X situada a 600 metros de las dependencias califales. El hallazgo replantea las dimensiones que hasta ahora se venían atribuyendo a la urbe palaciega.
Se trata de una mezquita de barrio en la que rezaban los fieles de a pie que vivían dentro de Medina Azahara y extramuros. El edificio tiene 25 metros de largo y 18 de ancho. Durante las excavaciones, el equipo ha dado con el mirab, la zona más sagrada del edificio. Pero los últimos hallazgos en este viejo lugar de las mil y una noches no se acaban ahí.
Según detalló ayer Antonio Vallejo, director del complejo arqueológico, también se ha encontrado el alminar, la torre del templo desde la que se llamaba a la oración. A diferencia del resto de mezquitas localizadas en Córdoba, el alminar de este templo está situado en la zona sur y no al norte del edificio. El hallazgo podría hacer que se reconsidere la estimación de que en Medina Azahara llegaron a vivir unas 6.000 personas, aunque podrían ser muchas más.
Las excavaciones arrancaron en abril de 2007. Y los arqueólogos sabían donde tenían que buscar. En 1997 se elaboró un mapa del subsuelo que detalla, como si fuera una radiografía, qué es lo que podía ocultar la tierra.
El hallazgo de la mezquita coincide con el duro informe sobre el conjunto que acaba de hacer público Icomos, la organización no gubernamental que asesora a la Unesco en asuntos de patrimonio. El Icomos ha instado a las administraciones a que eliminen los 240 chalés ilegales que se levantaron en los años noventa en la zona de protección del complejo. Icomos advierte de que la catalogación del conjunto como Patrimonio de la Humanidad está en juego.
Y es que parece que esta ciudad siempre ha estado amenazada. La vida de Medina Azahara fue breve, se abandonó en el siglo XI y sufrió un expolio que duró siglos. Los materiales de la ciudad se utilizaron para otros edificios de Córdoba y de urbes del Mediterráneo. El visitante sigue comprobando hoy día con estupor cómo algunas personas insisten en el intento de llevarse del recinto trozos de piedra con los que poder alardear delante de algún amigo o familiar. "Los patios de Córdoba están llenos de restos de aquí", comentan los vigilantes.
Los recientes hallazgos también arrojan luz sobre este asunto. Junto a la muralla se han encontrado amontonados sillares antiguos. Fueron colocados allí, según Vallejo, para luego ser transportados. "Pero algo debió ocurrir porque nunca se llegaron a mover".
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