La estrategia de 'Hugo Bolívar'
El presidente venezolano utiliza a la Corona española para su referéndum
Hugo Chávez llegó a Santiago con una idea: usar la Cumbre Iberoamericana para reforzar el sí a sus máximos poderes y su perpetuación en el poder, según plantea el referéndum del próximo diciembre. No lo consiguió en las conclusiones de la cumbre, pero Chávez salió de la capital chilena rumbo a Caracas con un trofeo quizá más rentable para su plan: la cabeza del Rey.
De regreso de la cumbre, Enrique Iglesias, secretario general para Iberoamérica, piensa lo mismo que sostuvo al término de la misma aún con el rifirrafe entre José Luis Rodríguez Zapatero, don Juan Carlos y el presidente de Venezuela, Hugo Chávez. "Es la cumbre que recoge la mejor cosecha hasta ahora con el convenio de seguridad social aprobado", dice. Perro viejo, Iglesias no entra al trapo político entre bastidores: el referéndum constitucional de máximos poderes para Chávez en diciembre próximo y las generales del 9 de marzo en España. "Lo que importa es la seguridad social o el proyecto para el agua potable, entre otros".
Según Iglesias, seis meses de trabajo perfilaban una cumbre pacífica. "Los venezolanos preferían el concepto de justicia social al de cohesión social en el comunicado final. Pero no es un debate de fondo. La cohesión social es mucho más que reducir la desigualdad", señala Iglesias. Entonces, ¿dónde germinó la semilla del reciente enfrentamiento de Chile?
Que la cadena estadounidense Fox, del magnate Rupert Murdoch, mantiene una campaña sistemática contra Hugo Chávez es un hecho, lo mismo que la cruzada propagandística del ex presidente español José María Aznar, consejero de ese grupo de comunicación.
Sobre la génesis del golpe de abril de 2002 tampoco hay nuevos datos. El Gobierno de Aznar actuó coordinadamente con el Departamento de Estado norteamericano. Los embajadores de España y de EE UU se entrevistaron en el palacio presidencial con el golpista, el empresario Pedro Carmona, y difundieron una declaración dando por hecho que Chávez, encarcelado en un cuartel, estaba definitivamente fuera de combate. En Madrid, el PP celebró prematuramente su caída.
El contenido de la cumbre no aportaba a Chávez madera para su campaña y en la mañana del viernes, el presidente venezolano lo subrayó: la cumbre era irrelevante. Todos, explicó, debían asumir el "proyecto bolivariano" para América Latina. Y atacó también a Aznar.
Ni Zapatero ni el Rey ni Moratinos ni la secretaria de Estado Trinidad Jiménez estaban en sus sillas. Mantenían encuentros con otros presidentes fuera de la sala. Sólo escuchaba Nicolás Martínez Fresno, secretario general de la Presidencia. Tomó nota y transmitió los datos. Zapatero, que se aprestaba a asistir a la comida de presidentes, dio instrucciones a Moratinos para que expresara su malestar esa misma tarde. Lo hizo.
El rey Juan Carlos, enterado de todo, se cruzó ese viernes con el presidente venezolano.
-A sus órdenes, su Majestad, dijo Chávez simpático.
El Rey le tomó la palabra:
-Sí, a mis órdenes... Si estás a mis órdenes deja de decir este tipo de cosas...
Al día siguiente, en la sesión de clausura, Chávez volvió con su pimpampum preferido: Aznar. Zapatero no se lo dejó pasar, pero el cabreo acumulado del Rey afloró al natural.
La idea subyacente de que esta cumbre debía servirle para reforzar el sí a la reforma constitucional no pudo concretarse. Pero, en cambio, el gesto del Rey ha convertido la ficción con la que Chávez aspira a salir victorioso en el referéndum en realidad, al menos durante cierto tiempo. Bolívar ha resucitado bajo la piel de Chávez contra la Corona de España.
Y lo peor: la derecha española está dispuesta a hacerle el juego a Chávez, apostando fuerte por esa ficción.
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