Petróleo y corrupción
Chad es, con Bangladesh, el Estado más corrupto del mundo, según Transparencia Internacional. También encabeza la lista de los más pobres. En el este del país se hacinan 300.000 refugiados huidos de Sudán. Con ellos se colaron de puntillas los actores de un conflicto que en tres años ha matado a 200.000 personas y expulsado de sus casas a dos millones de Darfur, un problema que afecta también a la República Centroafricana.
Chad está habituado a la guerra y a la miseria con un norte musulmán y un sur animista. Desde su independencia de Francia en los sesenta vivió tres décadas de guerras civiles en las que no estaban ausentes las manos de París y de Muammar el Gaddafi. La llegada al poder del general Idriss Déby, en 1990, inauguró un periodo de relativa calma que concluyó seis años después con un intento de golpe y nuevas guerrillas.
En 2003, año en que estalló Darfur, Chad sacó de Boda, al sur, su primer barril de petróleo. En realidad lo sacó la estadounidense Exxon-Mobil, que desplazó a los franceses y firmó un buen contrato: el 87,5% de los beneficios. El resto, para financiar la educación y la lucha contra la pobreza en Chad. Pese a que el plan estaba bendecido por el Banco Mundial, ese 12,5% sólo ha dado para engordar los bolsillos de un poder que parece utilizar el avión de los niños para bloquear la entrada de una fuerza de interposición de 3.000 soldados, la mitad europea, que debía desplegarse cerca de la frontera con Darfur.
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