"No me siento en la parrilla de salida"
"¡Qué carreras para todo!". Icíar Bollaín llega a la oficina de la productora sudorosa, empujando el carrito de un espléndido bebé de tres meses. Es su tercer hijo. "Tiene hambre, pero si le aguantáis un poco, mejor", pide a sus compañeros. El bebé no protesta. Sonríe igual que su madre. La escena podría formar parte de Mataharis, la película que presenta a competición el viernes en San Sebastián. Protagonizada por María Vázquez, Najwa Nimri y Nuria González, Mataharis son tres historias de tres mujeres en una gran ciudad. De profesión, detectives privadas, tienen edades diferentes y se encuentran en momentos vitales distintos. Su trabajo les hace traspasar a diario la intimidad ajena pero no están preparadas para algunos de sus propios secretos. La dignidad en el trabajo, la conciliación familiar, el desamor, la confianza, la falta de intimidad... son los temas que aborda sin tapujos el filme.
"Me dan miedo las expectativas. Pero siento que en el filme está lo que he querido contar"
"Se han roto las fronteras de la intimidad. Hay un interés excesivo en la vida privada"
Mataharis es su cuarto largometraje -tras Hola, ¿estás sola?, Flores de otro mundo y Te doy mis ojos-, pero a sus 40 años se ha enfrentado a él como si fuera el primero. Sobre todo tras el éxito de Te doy mis ojos, esa potente incursión en el maltrato femenino que también compitió en San Sebastián y se convirtió en la gran película de 2003 -siete goyas, Concha de Plata en el festival donostiarra para sus protagonistas Laia Marull y Luis Tosar, y muchos otros más-. No se siente presionada. "Me costó escribir Mataharis [lo hizo con Tatiana Rodríguez] porque tenía un poco el mogollón de Te doy mis ojos. No pasaba un día sin que alguien por la calle me parara para preguntar qué estaba preparando. Hubo un momento en el que me obligué a mí misma a olvidar lo que había hecho; por eso Mataharis la he dirigido como si fuera la primera: he probado cosas nuevas, otra puesta en escena y además me he permitido equivocarme", asegura Bollaín, atenta ya a los quejidos de hambre de su niño. "Ahora llega el momento de enseñarla, y me echo a temblar. Me dan miedo las expectativas. Ir al cine con expectativas o con prejuicios no es bueno. Pero estoy tranquila porque siento que en la película está lo que he querido contar". Sí le da miedo el impacto de la película en el público, pero no estar en competición. "No me siento en la parrilla de salida. Soy muy afortunada de poder estar ahí. Es un lujo. No voy con la idea de competir".
Entró en el mundo de los detectives por una noticia en un periódico británico que hablaba de una agencia en China que sólo contrataba mujeres. "Nos pusimos a investigar y efectivamente en España hay muchas y muy jóvenes. Las aptitudes femeninas se adaptan bien al trabajo detectivesco: la forma de aproximación, la paciencia, la posibilidad de pasar desapercibidas, la capacidad de hacer mil cosas a la vez... El campo de los detectives es muy rico pero es sólo el marco para hablar de parejas, de relaciones, del desamor...".
Cámara en mano, buscando una estética de documental, Bollaín ha rodado por las calles de Madrid -Mataharis es todo un homenaje a la ciudad- sin cortes ni figurantes, con muchos planos secuencia. Se ha colocado en una esquina de la Gran Vía, atestada de gente, de coches y de ruido, y ha ido siguiendo a esas mujeres detectives, buscándolas, observándolas. Abundando en la misma historia de vigilancia que narra su película. "Se han roto las fronteras de la intimidad. Hay un interés excesivo en la vida privada. Que todo el mundo ande con una cámara de vídeo de aquí para allá, que todos puedan hacer fotos con el móvil en el momento menos esperado... Tenemos que preservar la intimidad hacia fuera y hacia dentro, en la pareja. Cada persona tiene un territorio que es suyo, y eso es lo que te hace interesante. No tienes que estar todo el día desnudo, enseñándote". Icíar Bollaín ya se levanta y va directa a su bebé.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.