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Reportaje:

El año inmortal

Una exposición en el Palau Robert recupera la Cataluña de 1977 a través de 200 fotografías de Efe

En 1977 Barcelona es una ciudad interminable de hombres y de mujeres que han salido a la calle para llenarla de gente y de democracia. En 1977 España es un país de aviones que llegan a Barajas con noticias, papeles, hombres y mujeres venidos, regresados, desde lo más clandestino y reciente de nuestra historia. Todo esto es lo que se muestra en la exposición 1977. Ja som aquí! Memòria d'Efe, que se presenta hasta el 2 de diciembre en el Palau Robert.

Asomada al balcón del Palau Robert, una silueta de 3,5 metros del president Tarradellas le eterniza en su popularidad de balcones engalanados con senyeres, y en su popularidad de frases emblemáticas, con las cuales aquel año de elecciones generales, de manifestaciones para enseñar que ningún hombre es invisible, de partidos de izquierdas legalizados, de secuestros y asesinatos de patronos, y de abogados laboralistas muertos a tiros en sus despachos, aquel 1977 se dispuso a escribir su mitología inmortal de divinidades políticas, y de héroes políticos, y de monstruos políticos.

"Ja sóc aquí' es la frase más famosa de la lengua catalana", dice Leandro Lamor
El montaje incluye objetos como el coche que trajo a Tarradellas a Barcelona

Todo esto puede palparse en esta exposición de más de 200 fotografías, la mayoría de la agencia Efe, pero también hay fotos de Colita, Pilar Aymerich, Toni Vidal, Paco Elvira y de otros. Junto a las fotografías, porque un objeto vale más que la representación de un objeto, como el valor de un hombre vale más que un hombre, se encuentran piezas como el automóvil que trajo a Tarradellas a Barcelona (un Ford Lincoln Continental descapotable, el modelo que eligió Kennedy para recorrer Dallas el 22 de noviembre de 1963), la grabadora a la que Tarradellas dictaba sus cartas para que se quedasen fijadas en el magnetismo de la historia, la primera propaganda electoral libre, con el llameante cartel del PSUC de lema mis manos, mi capital, en el que Luis Romero, proletario del ramo de la construcción, mostraba el libro abierto de sus dos manos, o carteles de películas estrenadas en aquellos días en que la gente iba al cine con la inocencia, con la decisión incuestionable de quien va a comprar el pan, o la máquina de escribir Valentine, portátil y llamada el "jeep de escribir", con la que se redactaban campo traviesa poemas, octavillas, manifiestos, facturas...

Organizada por la Generalitat de Cataluña y por la agencia Efe, esta exposición es el primero de un programa de actos con los que el Gobierno catalán quiere celebrar el trigésimo aniversario de aquellos acontecimientos, que únicamente podían caber en un millón de personas salidas a la calle para exigir libertad, amnistía y estatuto de autonomía, o en algo aún más grande, como una sola frase de tres palabras: Ja sóc aquí!

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Joan Tapia, el comisario de la exposición, comenta el lema de la misma: "Al elegir Ja som aquí! se está haciendo referencia al pueblo, que recupera el voto, y a Cataluña, que recupera sus instituciones. La restitución de la Generalitat de Cataluña, con lo que tiene de institución republicana, fue el único gesto de ruptura, de restauración de una institución de la República, que se dio en la transición, pues en realidad lo que se hizo fue crear una legalidad nueva". A Joan Tapia, que en 1977 era redactor de economía del diario La Vanguardia, 10 años antes de ser su director, lo que más le fascina ahora de aquella época, que califica de "épica de la democracia", es "el espíritu de pacto que se vivió entonces, y que hizo posible, por ejemplo, la legalización del partido comunista, las elecciones de junio y el retorno de Tarradellas. Una capacidad de pacto que hoy se ha perdido".

La exposición se distribuye en cuatro áreas que tienen algo de los cuatro puntos cardinales por los que uno se orienta en la transición, y que son, las áreas: una, el camino que precede a las primeras elecciones generales democráticas, que es un camino de reuniones secretas, atentados y canciones de los Bee Gees; dos, las elecciones del 15 de junio, aglutinándose el voto universal en las colas de los colegios, y diluyéndose ya en la primera madrugada de la democracia con los candidatos cansados sin despegarse de las perpetuas hojas de resultados; tres, el oro inagotable y civil y multitudinario de la manifestación del 11 de septiembre, filmado por el nodo y por el Noticiari de Barcelona, y cuatro, el regreso el 23 de octubre del presidente Josep Tarradellas, que llega para traer en una mano el pasado y en la otra, el futuro.

Se prolonga la exposición por el jardín del Palau Robert, con fotografías de Joan Brossa haciendo desaparecer el desnudo ininterrumpido de Christa Leem; de Vicente Aleixandre, que recibe la noticia de su Nobel por un teléfono modesto y doméstico, de exilio interior; del Perich, con bigote postizo de hombre serio, sujeto sobre su bigote de humorista cotidiano; y también se dilata esta exposición por la entrada del edificio, con retratos enormes de personalidades como Pallach, Reventós, el Guti..., acaso para manifestar así el tremendo espacio que ocuparon en aquellos días.

"Ja sóc aquí es la frase más famosa de la lengua catalana", observa Leandro Lamor, director de Efe en Cataluña. "Todo el mundo la ha repetido. Aquélla era una época de mensajes. Los niños coreábamos llibertat, amnistia i estatut d'autonomia con la naturalidad que ahora gritan força Barça!". A Leandro Lamor, que en 1977 cumplía 12 años, hay que buscarle entonces entre las cuestas del barrio de Llefià, en Badalona, de vuelta del colegio para recogerse con sus padres, emigrantes de Melilla. "Estaba todo el barrio lleno de pancartas y pegatinas. Con la alegría de aquellas multitudes se me pegó a mí la alegría de la democracia. Siempre había muchos niños en las manifestaciones, y creo que eso acabó incidiendo en el espíritu de la época".

El recuerdo más preciso que Lamor guarda de aquel año es "Tarradellas, en el balcón de la Generalitat. Fue el primer mensaje político visualmente impactante que recibí. Puede que ja sóc aquí fuese lo primero que mucha gente de lengua castellana se atrevió a decir en catalán".

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