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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Más sobre el parto

Quisiera manifestar mi asombro y una cierta indignación ante la carta de Montes y Pedrosa, publicada en su diario el pasado día 22 de agosto de 2007, con el título Del parto natural y del medicalizado.

A raíz de un artículo previo del doctor Dexeus, los autores se posicionan a favor del llamado parto natural (en el domicilio) y en contra del medicalizado (en el hospital), clasificación aparatosa y carente de cualquier rigor científico, puesto que no existe otro parto, hoy en día, que no sea el parto natural, el cual puede transcurrir en el hospital, en el domicilio particular o incluso en un atasco. Otra cosa diferente es que, ante las complicaciones que puedan aparecer en cualquiera de estos partos naturales, se deban emplear recursos diagnósticos y/o terapéuticos con el objetivo de evitar o minimizar las posibles secuelas de las mismas para la madre y/o el niño.

Los mismos autores de la carta reconocen, como no puede ser de otro modo, la necesidad de acudir a un hospital en caso de complicación durante el parto domiciliario. Nos encontramos, una vez más, ante una manipulación interesada del lenguaje, que acuña nuevas denominaciones, en este caso antagónicas, para algo sencillamente inexistente.

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Pero mi indignación se debe a que los autores, para defender su respetable postura a favor del parto domiciliario, afirman sin ningún rubor que los profesionales que atienden los partos en los hospitales españoles "desprecian el valor activo de la madre... relegándola al papel de máquina de programar, y se erigen en señores del parto... no dudando en abusar de instrumental agresivo, como los fórceps, que pueden deformar el cráneo del bebé".

Estas afirmaciones (despreciar, erigirse, abusar) además de ser falsas, suponen una falta de respeto a los profesionales sanitarios (ginecólogos, matronas y otros) que diariamente atienden partos en los hospitales de nuestro país; además de considerar a las madres y padres como personas inmaduras e infantilizadas, que toleran sin ninguna protesta ese siniestro escenario que los autores de la carta describen (y que, me temo, sólo existe en su propia imaginación).

La posibilidad de parir en el propio domicilio, con la atención de profesionales sanitarios, es una opción respetable, siempre que se haga con toda la información (objetiva y veraz) de las posibles consecuencias de la misma. Pero, por favor, para defender esta postura no es necesario faltar al respeto a otros profesionales sanitarios o a los ciudadanos que optan por seguir pariendo en un hospital al considerar que ésta es la opción más segura para la madre y el hijo, verdaderos protagonistas, también en el hospital, del maravilloso hecho de nacer.

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