Flor de clarete

Durante siglos la vinificación de un tinto se hizo sin separar el mosto del hollejo, así los vinos griegos, los latinos y medievales eran recios, densos, superalcohólicos y oscuros. En plena Guerra de los Cien Años, los británicos en su reino de Aquitania elaboraron un tinto separando el mosto del hollejo, le llamaron New French Claret. De esa voz inglesa arcaica deviene la palabra clarete, de uso en las bodegas que hoy hacen rosado hasta que el boom turista de los 60 hizo cambiar el nombre, pues los turistas franceses pedían un vin rose. Las DO Alicante y Utiel-Requena se han destacado por hacer auténticos rosados de sus uvas tintas monastrell y bobal. Como las modas vienen y nadie sabe como ha sido, en tierra de las mejores materias primas para hacer rosados -los mostos vírgenes de la bobal y la monastrell- se ha dado por elaborarlos con syrah, cabernet, tempranillo y merlot pero en nada han superado a los rosados existentes. De ahí que en el penúltimo número de la prestigiosa revista The Wine Spectator no haya salido ningún rosado valenciano entre los mejores del mundo. Ni siquiera el que sin duda es para mí el mejor rosado, el Clarete Flor de la cooperativa de Xaló. Elaborado con la uva garnacha, llamada aquí como en Mallorca, giro, que da en el valle del Lliber una extraordinaria y singular calidad. Este valle cercano al mar pero cerrado, de clima mediterraneo pero montañés y agreste orografía da una singularidad a la garnacha que la convierte en un tinto de excelente potencial. El valle del Lliber tan semejante al Ática griega, recuerda el verso Horacio: "Pero si dispones a beber un Liber ¡oh, tú, cliente, pagarás el vino con perfume de cardo!" Tiene este Flor otra riquísima ventaja, su azúcar residual, que le da un abocamiento sensual. Que placer mas exquisito. Beban frío este néctar que además tiene un módico precio, hay que comprarlo a pie bodega, pues no se embotella. ¡Este es sin duda un gran vino, cuándo tendremos a otro como él!