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Reportaje:

Radiografías con plata solidaria

Las farmacias recogen placas viejas para reciclarlas y con el metal noble que se obtiene compran medicinas para los países en desarrollo

Radiografías. Esas placas de poliéster con un aire siempre inquietante porque desvelan lo físico más profundo, los huesos que soportan la vida. Mamografías, ecografías, escáneres y resonancias, también fotos en blanco y negro que revelan que algo va mal o confirman que todo sigue bien en nuestros tejidos blandos. Sólo el hospital Clínico San Carlos (que atiende a más de medio millón de personas de Chamberí, Latina y Carabanchel) realizó 271.000 estudios de radiografía convencional en 2005.

¿Qué ocurre con estas placas cuando se desechan? ¿Se pueden tirar sin más al cubo de la basura? Hasta ahora, los centros sanitarios las enviaban a empresas que las reciclaban, pero los ciudadanos no tenían dónde llevar las que acumulaban en casa.

La campaña de Farmacéuticos sin Fronteras se termina el próximo martes

Por eso, la ONG Farmacéuticos sin Fronteras (FSF) puso en marcha el pasado 15 de marzo una campaña para la recogida de estos materiales en las boticas porque la plata que contienen puede servir para comprar medicinas y encaminarlas a los países que carecen de ellas. Hasta el 31 de julio se pueden depositar radiografías inservibles en las farmacias. "Las radiografías antiguas no tienen valor diagnóstico alguno y, por tanto, han perdido su utilidad", explica Rosa Vicente, secretaria general de la Asociación Española de Técnicos en Radiología. En la campaña colaboran Hefame, Cofares y Farmacén, los almacenes distribuidores de farmacia que se las hacen llegar al reciclador desde los puntos de venta de medicamentos.

Ángel Huélamo, de 31 años, farmacéutico (sin farmacia) y director técnico de FSF, asegura que los madrileños han entregado siete toneladas de radiografías en dos campañas previas, y que hasta 2006, 185 toneladas de ellas les han llegado desde toda España. La media de recogida en Madrid (de las 23.000 farmacias que hay en España, 2.700 abren en la región) es de medio kilo por oficina, cifra alejada de Navarra que en estos afanes solidarios suele destacar. Unas 550 farmacias recogen cada año en Navarra "entre 500 y 600 kilos", calcula Huélamo, "superando el kilo de radiografías por oficina". FSF tiene 895 socios, un 70% de ellos titular de oficina de farmacia. Cada kilo de radiografías contiene de 15 a 20 placas y de la purificación de las sales de plata que contienen se obtienen 5,5 gramos de este metal noble, con un valor en los mercados de alrededor de un euro. Este dinero, una vez vendidos los lingotes, se convierte en medicamentos que FSF envía a los países donde éstos cuestan a veces más que la plata y son producto de lujo.

Así, gracias a campañas anteriores -"suelen tener gran éxito con el público, aunque logísticamente son complejas de gestionar", afirma Huélamo- la ONG ha surtido los dispensarios de Perú, Cuba y Colombia, con lo que se cierra el círculo virtuoso de este especial reciclaje cuidando el medio ambiente y de rondón, haciendo sitio en los cajones de casa.

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En FSF piden a los madrileños que quieran desembarazarse de sus radiografías que las entreguen en cualquier farmacia libres de sobres, cartas o informes para agilizar el trabajo. Huélamo, que está especialmente orgulloso de la creación en 2006 del Banco de Medicamentos de FSF, anima a todos a participar con un dato: "En sólo nueve meses hemos enviado 1,8 millones de euros en medicamentos a 12 países".

Un contaminante convertido en ayuda

Las radiografías convencionales llevan camino de volverse reliquias del pasado analógico, ya que lo digital también ha llegado a este sector. Rosa Vicente asegura que los nuevos hospitales que se inaugurarán, al fin, esta legislatura ya contarán sólo con aparatos de rayos digitales, como ya lo hacen el de Fuenlabrada y el de Alcorcón. La Princesa, el Clínico y Getafe están culminando, según la radióloga, el proceso de digitalización. En la nueva era de los Rayos X, las radiografías van de ordenador en ordenador o en CD, sin dejar apenas rastro.

La base de las radiografías convencionales es una fina capa de poliéster, "la misma que se usa para los tejidos", compara Rosa Vicente. Sobre ella y un adhesivo, se fija la emulsión, la que interactúa con los Rayos X para obtener imágenes. Aquí están las sales de plata, "en una mezcla homogénea de gelatina y cristales de halogenuros de plata", explica la radióloga. Cuando los rayos inciden en las placas, desaparecen los cristales de plata sensibles a ellos y queda la foto; el resto, que permanece de color negro tras el revelado, es donde está la plata resultante, la que habrá de reciclarse.

El encargado de hacerlo para FSF es José Román, empresario de Premià de Dalt (Barcelona), que lleva 30 años en esta labor: "Primero las trituramos y lavamos los trozos en cubas, de lo que se obtiene un barro de nitrato de plata". "Esto se seca y se funde para obtener plata bruta, de la que, por electrolisis, se obtiene plata pura", continúa.

El proceso es caro, según Román, "sobre todo cuando se hace bien porque hay que depurar las aguas usadas para no dañar el medio ambiente", apunta. El coste del reciclado se descuenta de la venta de la plata para conseguir un euro neto por kilo de radiografías que va a FSF.

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