Una entrada secreta en la T-4
La banda desmantelada en Barajas colaba inmigrantes colombianos en España gracias a un ascensor destinado a empleados
Una palabra, casi un susurro, era la señal que el ciudadano colombiano sin visado esperaba en la zona de tránsito de la T-4 de Barajas para entrar de forma ilegal en España. "Sígueme", le pronunciaba al oído el enlace de la banda antes de iniciar un recorrido por el laberinto de pasillos y ascensores, accesibles sólo a los trabajadores del aeropuerto y lejos de los controles policiales, que desembocaba en el exterior de la terminal, en España.
La policía ha detenido a 10 personas, tres de ellas empleadas del aeropuerto
El sistema articulado por la banda era sencillo pero muy bien articulado. Tanto, que la policía ha necesitado nueve meses y cientos de horas de investigaciones para desmontarlo. Fue el pasado 2 de julio y los investigadores desconocen cuantos clientes, tras pagar entre 3.000 y 5.000 euros, han logrado burlar los controles de inmigración gracias a los 10 detenidos, tres de ellos empleados de empresas que trabajan en el aeropuerto.
La organización tenía captadores en Colombia. Se movían sobre todo por Bogotá, Cali y Pereira. Los interesados en entrar en España firmaban un escrito tipo contrato por el que se comprometían a pagar y, como aval, comprometían los bienes de familia y amigos. "Cuando ya tenían todo preparado, avisaban con urgencia a estas personas y les daban el billete para viajar a Madrid. No les daban casi tiempo", afirma un mando de la Comisaría General de Extranjería y Documentación.
El trayecto que seguían los inmigrantes era el Bogotá-Madrid-Tel Aviv. Así podían permanecer en la zona de tránsito de la T-4 sin levantar sospechas. "Los policías de fronteras se dieron cuenta que no todos los pasajeros que tenían previsto viajar a Israel subían al avión, por lo que vigilamos esos vuelos. Pero la organización se dio cuenta y cambió la forma de actuar. La entrada a España la hacían de vuelta de Tel-Aviv", añade un inspector de la Comisaría de Extranjería.
Los inmigrantes tenían que llamar a un teléfono facilitado por la organización. Debían decir cómo iban vestidos y entonces recibían información de dónde esperar y la hora a la que serían recogidos. En general, aguardaban junto a las tiendas libres de impuestos o próximas a una salida de emergencia.
En algún momento se les acercaba una mujer vestida con ropa de calle y les soltaba: "sígueme". La mujer, empleada de Barajas, topo del grupo en el aeropuerto y en ese momento fuera de su horario de trabajo, utilizaba su tarjeta de identidad con banda magnética para entrar en zonas de acceso restringido.
Abrían con la tarjeta una puerta situada cerca del control de pasaportes del Cuerpo Nacional de Policía. Desde allí, cogían un ascensor que desemboca justo delante del tren que une los edificios satélite con el principal de la T-4. "Aprovechaban siempre que los policías de pasaportes no estuvieran atentos o se encontraran con mucho trabajo para colar a los inmigrantes", explica el inspector. El cliente daba en ese momento unos 600 o 700 euros en efectivo.
Mientras, los familiares de los colombianos habían contactado en la zona de facturación con una intermediaria de la organización. Es otra empleada de las tiendas de Barajas, que lleva unos tres años en el puesto. Antes había sido azafata de congresos, según fuentes del caso. Ahora está de baja por permiso de maternidad. Esta mujer era la encargada de controlar la operación y de vigilar si había policías por los alrededores. También recibía el resto del dinero en efectivo. Se lo daban los familiares hasta completar unos 2.000 o 3.000 euros. El resto, hasta los 5.000, era pagado en plazos.
Cuando los inmigrantes salían ya de la T-4, sin maletas ni bultos, se juntaban con sus allegados. La pasadora y la intermediaria se iban por otro lado al aparcamiento. Allí, fuera de la vista del público, la primera daba el dinero a la segunda, que se encargaba de mandar todo el dinero por transferencia al jefe de la banda, el colombiano José Dorell Zuluaga Amariles.
Los agentes del Grupo VIII de la Brigada Central de Redes de Inmigración tardaron en lograr identificar a las tres empleadas de Barajas. Una de ellas era empleada de limpiezas desde hacía unos meses, mientras que las otras dos eran dependientas de tiendas. Ninguna de ellas estaba destinada a la T-4, pese a lo cual podían acceder a esta terminal sin ninguna restricción, según fuentes policiales.
Las investigaciones comenzaron a raíz de un inmigrante identificado por la policía en Bilbao. El hombre presentó un pasaporte que carecía de visado de entrada en España, por lo que estaba de manera ilegal. Tampoco había entrado por un puesto fronterizo, ya que le hubiese sido denegado el acceso al territorio español. Tras ser interrogado por los agentes de la Brigada Provincial de Extranjería del País Vasco, se pudo llegar hasta el jefe de la organización. "A los compañeros de Bilbao les costó mucho identificarlo y seguirlo porque tomaba muchas medidas de seguridad. Aparcaba el coche lejos de su barrio y se iba andando hasta su casa para evitar que le siguieran. También cambiaba frecuentemente de móvil", explica el jefe del Grupo VIII de la brigada.
El jefe mandaba desde Bilbao
La policía desconoce el número exacto de inmigrantes colombianos que han podido entrar de manera ilegal en España, a través de la organización desarticulada el pasado 2 de julio. Las medidas de seguridad que tomaba esta red, que cambiaba de mediadores y de teléfonos continuamente, han hecho que las investigaciones hayan tomado casi nueve meses.
Los agentes del Grupo VIII se han tenido que disfrazar para pasar inadvertidos en la zona de tránsito de la T-4. "En el último mes, vimos cómo hacían seis pases de dos o tres personas cada uno, pero no podíamos detenerlos porque nos faltaban algunos integrantes de la banda", comenta el inspector, jefe del Grupo VIII.
Las detenciones se produjeron por la mañana, cuando la intermediaria y la pasadora estaban con unos inmigrantes. De forma simultánea, los agentes de la Brigada Provincial de Extranjería de Bilbao arrestaban al jefe de la banda. "Se quedó muy sorprendido, porque no se imaginaba que estábamos tras él. Nadie opuso resistencia", añade el inspector. Todos los arrestados carecen de antecedentes en España.
La mayoría de los detenidos han ingresado en prisión provisional sin fianza. Están acusados de un delito contra los derechos de los ciudadanos extranjeros.
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