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Reportaje:

¡Al abordaje!

El abogado de Odyssey acusa a los agentes de no respetar un acuerdo para registrar el barco sin necesidad de apresarlo

¿Qué hacer para salir de una jaula, si sabes que fuera sólo tendrás problemas? Pues salir, claro. No se puede hacer otra cosa. Hay giros narrativos que no se escogen. Son de cajón. Y ése es el que siguió ayer la empresa de cazatesoros Odyssey Marine Exploration. No tuvo otra.

Goñi se quejó de que el juzgado no comunicase el supuesto delito que se le pudiese aplicar al barco de Odyssey

El jefe de la compañía estadounidense, Greg Stemm, mandó zarpar a uno de sus dos barcos atracados en el puerto de Gibraltar a sabiendas de que sería apresado por las autoridades españolas. El Ocean Alert, un buque de apoyo más pequeño que el famoso Explorer con el que Odyssey encuentra sus tesoros, salió del muelle sobre las nueve de la mañana de ayer. Cuando se encontraba a 3,5 millas al sur de Punta Europa (una milla náutica es 1,8 kilómetros) los agentes del Servicio Marítimo de la Guardia Civil y la patrullera de la Armada Española Infanta Elena se colocaron muy cerca del barco y lo detuvieron. La distancia es importante, porque podría abundar en el eterno conflicto diplomático de las aguas de Gibraltar. España no reconoce a la Roca derechos sobre ningún tipo de aguas. El Reino Unido dice que le corresponden tres millas. A partir de esa longitud, España se reserva el derecho sobre el resto de aguas, pero los británicos aseguran que ésas son aguas internacionales y que cualquier intento de apresamiento ha de hacerse avisando al país que abandera el buque, que en este caso es Panamá. Por si acaso, los británicos dejaron ayer constancia por escrito y enviaron una nota verbal al Ministerio de Asuntos Exteriores para decir todo esto, que puede traducirse del lenguaje diplomático como cuidado con dónde metéis vuestros barcos.

Tras la detención, los agentes invitaron al capitán a seguirles hasta el puerto de Algeciras y éste accedió sin rechistar. Ésas fueron las órdenes del juzgado de instrucción de la Línea y eso es lo que harán los agentes durante dos días: registrar el buque para saber si encuentra alguna pista que pudiese probar que la empresa Odyssey Marine Exploration cometió un delito contra el Patrimonio Histórico español, es decir, si se llevó delante de sus narices un enorme tesoro de 70 toneladas y 500.000 monedas de plata procedentes de un navío español de la época colonial. Si eso fue así, sucedió hace más de dos meses. En abril y mayo, el Odyssey Explorer, un barco de 76,6 metros de eslora, 2.200 toneladas de peso y 42 tripulantes sale de Gibraltar después de un periodo de largas operaciones en el mar de Alborán buscando el Sussex, un buque inglés hundido en 1694 tras una tormenta. Pero esta vez se dirige hacia el oeste. Se adentra en una zona cargada de pecios hundidos durante la época de las colonias, lejos de la bahía de Cádiz, frente a las costas del Algarve. Esas costas han visto mil batallas y muchos más naufragios. A partir de 1503, cuando se establece en Sevilla la Casa de Contratación, el trasiego de navíos se convirtió en uno de los más intensos del mundo.

Más aún a partir de 1717, cuando la Casa se lleva a Cádiz. Desde entonces, las tempestades, las batallas, la piratería y los problemas técnicos acababan con muchos de los buques españoles en el fondo del mar. Allí también se fueron los tesoros que España se había traído de sus colonias; un botín millonario que algunos arqueólogos consideran estúpidamente olvidado y otros, un patrimonio interesante para estudiarlo sin sacar nunca beneficio económico.

En cualquier caso, hacia allá se dirigió el Odyssey Explorer durante aquellos días. Navegó sobre un mar de pecios españoles donde también duermen otros cientos de barcos de diferentes nacionalidades y otros que sólo tenían como bandera la de la piratería. Algo encontró. Días después un avión sale de Gibraltar con destino a Tampa (Florida) cargado de monedas. La misma operación se produce a mediados de mayo. El día 18, la empresa anuncia que ha encontrado uno de los tesoros más grandes hallados hasta ahora. Pero no da detalles. Sólo explica que se ha encontrado en un lugar del Atlántico, que pertenece a la época colonial y que los análisis no determinan con exactitud qué Estado podría tener derecho sobre el pecio. Las autoridades españolas no se tragan la historia y piensan que les han robado. Su teoría es simple. Si metes la mano en un frasco con muchos caramelos azules y alguno de color rojo, lo más probable es que saques uno... Pero eso no prueba nada.

Desde que el Ministerio de Cultura decidiera impulsar las investigaciones, lo único que hay es la sospecha de que se ha cometido un crimen. Pero nadie ha encontrado el cadáver ni el arma. Pese a ello, los investigadores del Grupo de Patrimonio de la Guardia Civil han seguido los rastros de los buques de Odyssey en el mar y en los archivos y lo que hay por ahora es un boceto que no está mal trazado. El Explorer navegó durante días por un punto donde se cree que se encuentra uno de los barcos más míticos, buscado por cazatesoros de todas las naciones, y que encierra uno de los mayores tesoros españoles hundidos: el Nuestra Señora de las Mercedes. Esta fragata se hundió en octubre de 1804, en la batalla del cabo de Santa María durante un asalto por parte de una escuadra británica en el que los barcos ingleses apresaron otras tres fragatas cargadas con millones de pesos. Ése es por ahora el resultado de las investigaciones de la Guardia Civil. Los jueces, por su parte, deben haber encontrado algo más. Sus sospechas les hicieron enviar a la Guardia Civil frente a las costas de Gibraltar, a la espera de que Odyssey hiciese el movimiento que finalmente se produjo ayer.

El abogado de la empresa Odyssey Marine Exploration en España, José Luis Goñi, acusó a la Guardia Civil de "abordar de forma ilegal" al barco cazatesoros. Según Goñi, se había alcanzado un acuerdo con el juzgado que instruye las diligencias en La Línea para que el barco fuese inspeccionado en aguas próximas a Gibraltar sin que fuese conducido a ningún puerto español, en este caso al de Algeciras, adonde fue conducido por las autoridades españolas el Ocean Alert. "Se ha incumplido lo acordado con el juez porque el barco no tenía que haber sido trasladado hasta Algeciras", señaló Goñi quien apostilló que "querían que el registro se hiciese de forma voluntaria y sin complicaciones y se está haciendo con más dificultades".

Goñi se quejó de que el juzgado no comunicase el supuesto delito que se le pudiese aplicar al barco de Odyssey y por eso esperaba la inmediata salida del buque de las instalaciones a las que fue trasladado por la Armada Española y la Guardia Civil. La posible negociación entre la empresa y el Gobierno español, la misma que ambas partes han estado manteniendo desde hace años por temas como la búsqueda del Sussex, parece así rota y más difícil que nunca. La compañía esperaba que las autoridades registraran el barco porque sabían que no iban a encontrar nada contra ellos allí. Mientras tanto, la confusión y la falta de información en ocasiones ha hecho que muchos critiquen a la empresa y que emprendan más acciones legales contra ella. Es el caso de los ecologistas de Verdemar que aseguraron ayer a través de su portavoz, Antonio Muñoz, que "las Fuerzas de Seguridad del Estado han actuado correctamente, porque los dos barcos de Odyssey han tenido mucho que ver con el expolio ocurrido en el mar de Alborán y en el golfo de Cádiz".

"La justicia debe tomarse en serio lo que está ocurriendo en nuestro litoral y lo que están haciendo este tipo de empresas con nuestro patrimonio", agregó Muñoz. Verdemar-Ecologistas en Acción mantiene varias denuncias en los juzgados contra la empresa americana a la que culpa de actuar contra el patrimonio histórico y el medioambiente de la zona.

Miembros de la Guardia Civil vigilan al <i>Ocean Alert,</i> de la empresa cazatesoros estadounidense Odyssey.
Miembros de la Guardia Civil vigilan al Ocean Alert, de la empresa cazatesoros estadounidense Odyssey.EFE
Agentes de la Guardia Civil, ante el buque <i>Ocean Alert,</i> de la compañía Odyssey, en el puerto de Algeciras.
Agentes de la Guardia Civil, ante el buque Ocean Alert, de la compañía Odyssey, en el puerto de Algeciras.REUTERS

Hipótesis a flote

El misterio del tesoro de Odyssey sigue sin desvelarse. ¿De dónde sacaron los barcos cazatesoros de la empresa estadounidense las 500.000 monedas de plata?

A pesar de que, en un principio, las sospechas se centraban en el Mar de Alborán, otra hipótesis empieza a emerger -nunca mejor dicho- entre los arqueólogos e historiadores españoles, entre ellos, Juan Manuel Gracia Menocal, del Ateneo de Madrid. Es también la hipótesis a la que más crédito se ha dado en las últimas semanas en el Ministerio de Cultura. Se trata del Nuestra Señora de las Mercedes, una fragata volada en octubre de 1804 en la batalla del Cabo de Santa María, en la que la flota de cuatro barcos comandada por el brigadier Bustamante fue atacada y vencida por una británica al mando del comodoro Graham Moore. Los barcos ingleses apresaron a la Mercedes y a otras cuatro fragatas cargadas de una fortuna de tres millones de pesos.

El hundimiento de la Mercedes ocurrió frente a las costas del Algarve. Según el informe de la sociedad ateneísta, hay registros de AisLive compatibles con las operaciones de Odyssey en la costa portuguesa. A falta de que avance la investigación oficial, esta hipótesis sólo se añade a la confusión creada por los movimientos y la falta de información por parte de la empresa Odyssey.

Los restos de la fragata Nuestra Señora de las Mercedes se convirtieron en un mito para los cazadores de tesoros del siglo XX y la batalla que acabó con ella bajo el mar en una historia paso a paso reconstruida. La flota española estaba compuesta por el Medea, el Fama, el Mercedes y el Santa Clara. Una armada con 148 cañones y un total de 1.089 hombres.

La botadura de Nuestra Señora de las Mercedes había sido en La Habana en 1789, y en él navegaban 282 hombres, de los que murieron 249. Su comandante era José Manuel de Goicoa y Labart, que se vio abatido por el Amphion, con 250 hombres al mando de Samuel Sutton.

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