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Brasil y la UE sellan una alianza centrada en el cambio climático

Lula pronostica que el biocombustible será la revolución energética del siglo XXI

Brasil es desde ayer nuevo socio estratégico de la Unión Europea. La potencia emergente de Suramérica, el quinto país del mundo en tamaño y población, obtiene el mismo estatus que China, Rusia o India. La UE repara una vieja carencia en política exterior, y Brasil será su llave para avanzar en el acuerdo con el Mercosur, el Mercado Común del Sur, bloqueado durante 10 años. La base de la alianza es más cooperación, más intercambio económico, frente común contra el cambio climático y promoción del comercio justo.

"Nadie nos impondrá plazos", dice la ministra brasileña Dilma Rouseff

El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, tiene un aliado más en su cruzada por un mundo mejor. Y en su apuesta por los biocombustibles, que calificó como "la revolución energética del siglo XXI".

El calentamiento del planeta fue el tema estrella del día en la cumbre entre Brasil y la UE celebrada en Lisboa. Con su peculiar estilo retórico, entre la ironía y la esperanza, Lula encabezó la defensa de una nueva manera de crear energía: "Es una cuestión de derechos y deberes, pero todos sabemos lo que el planeta necesita", dijo pletórico al concluir la cumbre. "Los países ricos deben contaminar menos. Los países que tienen bosques deben preservarlos. Y los que más tienen deben ayudar a los que tienen menos".

El mandatario brasileño sedujo por completo a sus nuevos socios, representados en Lisboa por dos líderes lusófonos: el primer ministro portugués y presidente de turno de la UE este semestre, José Sócrates, y el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso. Finalmente, por razones de salud, no acudió Javier Solana, alto representante de la UE, y Sócrates y Barroso mostraron su satisfacción por tener a Brasil como socio.

"Este acuerdo es para largo plazo, refuerza la relación con el Mercosur y nos ayudará a alcanzar un buen acuerdo", dijo Barroso. "La política exterior europea sale enriquecida, más coherente, más plural. Hemos llenado una laguna y Brasil nos ayudará a regular mejor la globalización", añadió Sócrates.

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Aunque el día acabó con una declaración de buenas intenciones, de la reunión no salió papel alguno. Pero la cita sirvió para reafirmar la fe perdida por muchos en la Ronda de Doha, la negociación de la Organización Mundial del Comercio (OMC). Todos se comprometieron a seguir buscando un acuerdo.

La oportunidad de los pobres

"Seremos incansables en la negociación", dijo Lula, "nadie debe ponerse nervioso ni enfadarse, lo que hay que hacer es volver a sentarse en la mesa". "No quiero dejar la presidencia de Brasil dentro de tres años y medio sin haber logrado el acuerdo, porque es la única oportunidad que los países pobres van a tener", añadió. "Es posible salvar Doha", dijo por su parte Barroso. "Y la UE quiere hacerlo".

En lo social, el acuerdo refuerza la cooperación que se puso en marcha en 1992; la UE inyectará más de 42,7 millones de euros hasta 2013 para estimular acciones contra la pobreza y la desigualdad, por la educación y los derechos humanos. Pero lo más novedoso es el boceto de una estrategia común frente al problema medioambiental.

Hoy, el presidente brasileño visitará la Comisión Europea en Bruselas, donde participa en la Conferencia Internacional de Biocombustibles; a su juicio, todo un síntoma de esta nueva fase de relaciones globales. "Algunos dicen que los biocombustibles son buenos y otros que no, pero lo cierto es que la tierra no aguanta más. Los biocombustibles son el único remedio posible, y debemos afrontarlo con inteligencia".

Precisamente ayer, un informe de la FAO advirtió de que el desarrollo de los biocombustibles como fórmula para reducir la dependencia energética de los carburantes tradicionales encarecerá los precios agrícolas mundiales por encima de niveles históricos de equilibrio en los próximos 10 años. En este sentido, Lula sugirió que EE UU "debe empezar a pensar en sustituir el maíz por otras semillas", en referencia al encarecimiento de los precios de este producto alimenticio básico en países como México, debido a la demanda estadounidense del mismo para producir biocombustibles.

Al margen de la cumbre, las petroleras Galp y Petrobras firmaron ayer el contrato que permitirá a Brasil producir 600.000 toneladas anuales de aceites vegetales y biodiesel para comercializar y distribuir este combustible en el mercado portugués y europeo.

Una cena de gala en el Centro Cultural de Belém, presidida por el presidente luso, Aníbal Cavaco Silva, cerró la jornada. El presidente francés, Nicolas Sarkozy, el presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, el primer ministro italiano, Romano Prodi, y otros líderes europeos se sumaron a la celebración.

De izquierda a derecha, Luiz Inácio Lula da Silva, José Sócrates y José Manuel Durão Barroso, ayer en Lisboa.
De izquierda a derecha, Luiz Inácio Lula da Silva, José Sócrates y José Manuel Durão Barroso, ayer en Lisboa.REUTERS

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