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Cumbre europea

La visión de los contables frente a la perspectiva de los políticos

Andreu Missé

El euro es uno de los logros más palpables de la construcción europea. Su nacimiento fue posible gracias a la audacia del canciller alemán Helmut Kohl, que fue capaz de renunciar a los intereses nacionales a pesar de contar con una abrumadora oposición de su opinión pública. En Alemania, la pérdida del marco barruntaba toda serie de temores por los recuerdos de la inflación sideral de los años 30. Pero en 1998, Kohl dio el paso que permitió dar vida a la moneda única, que ha potenciado la capacidad exportadora de Alemania, aunque durante años siguió soportando la crítica de sus ciudadanos.

El canciller alemán vio el futuro frente a los contables que no iban más allá de las cuentas de los tipos de cambio. Tuvo además la suerte de contar con el apoyo inestimable de otros políticos de perspectiva profunda como François Mitterrand y Felipe González, que también se creían el proyecto.

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La cumbre de la semana pasada en Bruselas ha sido una nueva edición de aquella época de avance europeo. Ahora la diferencia es que el tren lleva muchos más vagones y las maniobras son más lentas. Pero la canciller alemana, Angela Merkel, está emergiendo como una digna sucesora de Kohl, al haber sabido sacrificar las legítimas ambiciones políticas de su país para poder dar otro pasito en el proyecto europeo. "Lo que importa para mí es que hayamos salido de la parálisis", ha señalado Merkel.

En la madrugada del pasado viernes, Alemania aceptó aplazar hasta 2017 el nuevo sistema de votos que mejora su representación. Durante los próximos diez años, Alemania, con 82 millones de habitantes, continuará con 29 votos, casi los mismos que Polonia, 27, a pesar de contar con el doble de población. Pero ha sacado a Europa del colapso.

Merkel tampoco ha estado sola. Ha contado con el apoyo de José Luis Rodríguez Zapatero, Nicolas Sarkozy y Tony Blair. El dirigente español tuvo una doble contribución muy significativa en la cumbre. Primero, fue él quien presentó la propuesta sobre el nombre y las competencias del Alto Representante en Política Exterior, que fue aceptado por el Reino Unido y los demás, y significó el primer mensaje que cambió el clima y abría la posibilidad de acuerdo. También fue Zapatero el primero que comunicó a Merkel que el presidente polaco, Lech Kaczynski, aceptaba el acuerdo y renunciaba a imponer la cláusula sobre moral, que abría la puerta a la persecución a homosexuales y transexuales.

El liderazgo en Europa es enemigo de los análisis contables. España, con muy poco peso en votos, logró que se aprobaran los fondos de cohesión por el liderazgo de González. Unos fondos que ahora aportarán a Polonia más de 22.176 millones, además de otros 44.377 millones del objetivo de convergencia. Un dinero que no le caerá del cielo como quizá cree, sino de los impuestos de los ciudadanos alemanes en su mayor parte. La Europa del contable y la mirada corta polaca también tiene antecedentes como Grecia, cuyos resultados están a la vista. Para Varsovia es mucho más importante lo que ha conseguido en materia de seguridad energética, como lo son para España los avances en emigración. Éstos no son aspectos contables, pero políticamente son mucho más importantes y sobre todo mucho más europeos.

El futuro sin embargo seguirá pendiente de vencer las trabas nacionalistas. A los referendos de Irlanda y Dinamarca, es probable que se una el de Holanda, según anunciaron ayer los socialistas holandeses. En el Reino Unido también hay importantes sectores que lo propugnan. Ahora, sin embargo, hay una nueva generación de líderes, Merkel, Zapatero, Sarkozy, que aunque con amplias diferencias, se esfuerzan por encontrar puntos en común. El presidente francés ha empezado ya la carrera para que su país sea el primero que ratifique el Tratado. Su objetivo es cerrarlo antes de fin de año. Todo un reto que tendría efectos muy positivos para los demás.

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