Los líderes europeos se enfrentan a Reino Unido y Polonia para poner fin a la parálisis de la UE
Alemania se muestra dispuesta a convocar una reunión extraordinaria la próxima semana en caso de fracaso
El fantasma de un nuevo desastre deambula por los pasillos del Consejo Europeo. A pocas horas de que se inicie la cumbre de jefes de Estado o de Gobierno que debe pasar página de una vez por todas a la crisis institucional de la UE y poner a Europa a funcionar, las probabilidades de acuerdo son inciertas. Los escollos más espinosos los presentan Reino Unido y Polonia, aunque este país lanzó ayer ciertos mensajes de flexibilidad que, sin embargo, no fueron confirmados por Alemania. Han pasado ya dos años desde que se desatara la crisis europea con el rechazo de Francia y Holanda a la Constitución. La falta de instituciones adecuadas va dejando a la UE cada vez más desarmada y rezagada ante los desafíos de la globalización.
Los gemelos Kaczynski se reparten los papeles de policía bueno y policía malo
"Si no conseguimos un acuerdo, sólo habrá perdedores", advierte Durão Barroso
Un nuevo revés tendría consecuencias muy graves para el proyecto europeo. "Si no conseguimos un acuerdo, sólo habrá perdedores", ha advertido el presidente de la Comisión, José Manuel Durão Barroso. "No podemos dejar Bruselas sin haber alcanzado una solución", añadió. La reunión en principio prevista para hoy y mañana, ya se llama de "tres camisas", porque se da por descontado que se prolongará hasta el sábado.
La canciller alemana, Angela Merkel, presidenta de turno de la UE, cree que "sólo tiene asegurado el éxito en un 50%", según fuentes diplomáticas. Merkel está dispuesta incluso a convocar una nueva cumbre extraordinaria, la próxima semana, para lograr un acuerdo dentro del mandato de su presidencia que termina a final de mes.
Sin embargo, la incertidumbre de la cumbre se acrecienta por la provisionalidad de algunos de sus líderes más destacados. Para unos porque es su última reunión y para otros la primera.
Ésta es la última cumbre para Tony Blair, primer ministro del Reino Unido, uno de los países más combativos contra la propuesta de Berlín. Su compromiso deberá ser revalidado después por su sucesor, Gordon Brown, que aún es más distante y receloso hacia las instituciones comunitarias. Quizá ahí podría estar una de las claves del endurecimiento de posiciones de Londres el domingo en Luxemburgo, al exigir despojar de las competencias más importantes al responsable de la diplomacia europea.
Los hermanos gemelos Lech y Jaroslaw Kaczynski, presidente y primer ministro de Polonia, se reparten los papeles de policía bueno o malo, según la conveniencia de las negociaciones. Ambos siguen obstinados en modificar el sistema de votos, por lo que están "dispuestos a morir", al estimar que la propuesta confiere un poder hegemónico a Alemania para bloquear el 80% de las decisiones que no le interesen. El anuncio formulado ayer por el primer ministro Jaroslaw de que será el presidente Lech quien asista al Consejo se interpretó como una señal positiva que puede facilitar el acuerdo. Sin embargo, fuentes alemanas indicaron que no habían percibido este cambio de clima.
El flamante presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, uno de los países causantes del parón institucional, también se estrena como líder en la plaza de Bruselas, con la ambición de contribuir al acuerdo. Sarkozy, que hace seis meses abanderaba una Europa minimalista con su propuesta de mini tratado, ha ido corrigiendo el tiro hacia un tratado simplificado, para acabar presentando una propuesta de consenso de la mano de España.
El pasado mes de enero, el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero ya tomó conciencia de que la Constitución que había ratificado España no vería la luz. Desde entonces ha liderado un grupo de países (Italia, Grecia, Luxemburgo, Bélgica y Hungría) que ha sido el soporte más importante de Alemania para "sacar el máximo de los contenidos del Tratado Constitucional". El grupo se reunirá hoy para actuar como principal contrapeso de las posiciones del Reino Unido y Polonia. El primer ministro luxemburgués, Jean Claude Juncker, amenazó con vetar el acuerdo si tenía "la impresión de que los avances del Tratado, por los que el pueblo luxemburgués dijo sí, están en peligro".
La cumbre se presenta también atípica por el formato de las reuniones. La mayoría de las discusiones se llevarán a cabo a través de discusiones bilaterales. Solamente está previsto un plenario de los líderes durante la cena de mañana.
Los encuentros bilaterales pueden servir para desencastillar algunas posiciones enrocadas como la de Polonia. El viceprimer ministro checo, responsable de Asuntos Europeos, Alexandr Vondra, tiene previsto proponer a Varsovia una solución intermedia para facilitar el sí de Polonia sobre la cuestión del sistema de votos. Vondra plantea que los acuerdos por mayoría cualificada puedan ser adoptados por el 55% de Estados y el 62% de la población, en lugar del 55% de Estados y 65% de los votos de los ciudadanos que establece el tratado de reforma que propugna Merkel. El mismo criterio que establecía la Constitución. En la propuesta de la presidencia se insiste en mantener los mismos criterios de votación, pero admitió poner un pie de página en el que se deja constancia de que dos delegaciones (Polonia y República Checa) "desean plantear" que se considere la posibilidad de "modificar la definición de votación por mayoría cualificada".
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